Resulta
que había un matrimonio que no tenía más que un solo chico. Un día
la señora le dice al marido:
El
hombre, que vivía de eso, de cazar en la mar. Y el hombre en tanto
de ir a cazar, se le apareció la serena del mar. La serena es
figurada de niña para arriba, y la otra mitada es bagre. Entonces le
dijo a él:
-Ve,
yo te guá dar las mejores truchas todos los días, si me dais la
primera prenda que te salga a encontrar cuando lleguís a tu casa, pa
que te mantengás mientra vivás.
Y
él sabía tener un choquito regalón, que lo salía a encontrar
todos los días cuando llegaba a la casa. Él pensó que ésa iba a
ser la prenda, y le dice:
Que
la serena le dijo que se lo llevara cuando tenga catorce años.
Cuando enteró catorce años, lo quiso llevar. Y el chico se huyó.
Como el chico era dedicado a la serena, andaba mal con l'agua. Que no
podía pasar ande 'tuviera hondito porque corría riejo de que
l'hundiera la serena. Ni meno se podía allegar al mar.
Se
jue por los campos, lejo. En eso qu'iba, sintió una bulla. Entonce
cuando aguaitó, vio un tigre, un lión, un perro, un halcón y una
hormiguita. Entonce lu alcanzó a ver uno y que dice:
Entós
que el tigre lu hizo llamar para que les sirva de juez porque ellos
no se podían avenir. Que habían muerto un animal y no se podían
repartir la carne sin peliar.
Vino
el mozo. Les repartió la carne, y todos quedaron conformes. El mozo
se jue. Entonce 'taban comiendo tan unidamente que le dijo el tigre
al lión:
Entonce
que el lión, el tigre y el perro le dieron un pelito, con esa virtú,
diciendo: Dios y el tigre más feroz, se podía hacer tigre. Lo mesmo
se podía transformar en los otros animales. El halcón le dio una
plumita, y la hormiguita una patita.
Se
jue y llegó a una estancia muy grande. Entós salió una niña a
recebirlo. Le dijo que venía a buscar trabajo y ella jue a llamar a
su tata. Vino el dueño de casa y lo conchabó pa que cuide una
majada di ovejas. Él cuidaba muy bien las ovejas, pero un día
volvió la majada sola.
Se
jue la niña a ver. Subió a un alto y vio que el joven estaba
peliando con un gigante. Y vio que si hacia tigre, lión, perro, y lo
partía al gigante, y el gigante se juntaba otra vez. Entonce cuando
ella vido esto, que se vino para la casa y le contó al tata.
Esa
noche dejaron de peliar, pero al día siguiente le volvió a salir el
gigante, y siguieron peliando. Al fin el gigante retrocedió y se
jue. Entonce llegó a una playa y lo vido que se resumió abajo 'e
tierra y no lo vido más. Él s'hizo un halcón. Se asentó en un
monte, espiandoló al gigante, a ver si salía. Y ya vido la puerta
por donde salía. Y ya entró él. Era un gran palacio.
Pasó
cinco puertas y encontró una niña encantada. Él iba hecho joven.
Entonce ella le dijo:
-Joven,
¡cómo si ha metido acá! ¡No sabe ánde viene usté! Este palacio
lo tiene encantado un gigante.
Y
ya le contó el joven que lo conocía. Entonce le dijo que se
escuenda, que ya 'tá por llegar el gigante. El joven si hizo una
hormiguita y desapareció del lau de ella. Ella quedó comprometida
de averiguar ánde tenía la vida.
Entonce
el gigante empezó a mirar por todos lados y como no vido a naide se
tranquilizó. Entonce ella le dice:
-¡Ve,
hijo!, yo quedo muy intranquila lo que vos salís. Temo que te vayan
a matar y me dejís sola aquí.
-Miró,
allá ajuera hay una quebrada escura que se ve al salir de aquí.
Áhi, en el fondo de esa quebrada tengo un toro negro, atáu. 'Tá
echando juego por la boca y narices y por los cachos. Nu hay quén se
allegue, ni quén lo mate. Matando el toro, yo ya 'toy en la cama.
Adentro 'el toro 'tá una gama. Y adentro e la gama 'tá una paloma.
Y adentro 'e la paloma hay un güevo. Quebrado el güevo, yo ya me
muero, áhi'tá la vida miña. Cuando terminó de decirle eso, el
gigante le pegó a la niña en el pecho y ya se olvidó de todo. Y el
gigante le dijo:
Y
ni supo ella lo que le dijo, pero el joven óiba todo. Entonce la
niña se apensionó lo que si olvidó y no sabía qué cuento l'iba
hacer al joven.
Entonce
el joven salió. Se jue a la quebrada y si hizo tigre. Lo pelió al
toro y lo mató. A todo esto ya el gigante 'tá en la cama, enfermo.
Cuando murió el toro, salió la gama. Él si hizo un perro galgo, y
la sacó di atrás, corriendo. La alcanzó y la mató. Áhi salió la
paloma. Si hizo un halcón, y como Dios li ayudó, la persiguió y la
pilló. Entonce la abrió y le sacó el güevo y se jue ande 'staba
la niña y el gigante. El gigante que 'staba medio muerto, ya.
-¡Ah,
ingrata!, allegate pa'cá, pa matarte. ¡Vení!
¡Vení ingrata! ¡Allegate! ¡Allegate! -le suplicaba porque creiba
que ella li había dau el secreto al mozo.
Entonce
el gigante, en agonía, le dio las llaves del palacio de adentro de
la tierra, que tenía encantado.
Y
entonce, con todas sus juerzas le pegó al gigante con el güevo en
la frente, y se rompió el güevo, y lo despenó al gigante, y áhi
boquió, y se murió.
Y
ya jue el joven con la niña y abrieron todas las puertas y que
salieron muchísima gente. Qu'este gigante había vivíu agarrando
cristianos.
-Güeno
-le dice, yo te guá condecender. Te llevaré, pero el mar yo no lo
puedo pasar. Y le contó toda la historia que él había pasado con
la serena.
Entonce
pasaron en buque. Van en buque y el joven bien escondido adentro, pa
que no lo vea la serena. Y en cuanto pasaron al otro lau, cuando se
jue a bajar, salió la serena y lu abarajó, y se lo llevó.
Entonce
la niña que lloraba y le decía a la serena, que ya vía que era de
ella, pero le pedía un favor, que siquiera le sacara la cabeza del
joven pa verla por última vez. Entonce la serena lo sacó. Y entonce
la niña le dice:
-Mire,
serena, le voy a pedir un gran favor, que me lo saque al joven aunque
sea la mitada del cuerpo, aunque sea pa verlo, todos los días.
Y,
¡claro!, a la serena le dio lástima de esta niña tan linda y tan
güena qui había sufríu tanto con el gigante. Entonce se convoyó
la serena con la niña, y que todos los días lo sacaba la serena al
joven, pa que lo viera la niña.
Áhi
era el reino del Rey, padre de la niña. Y que todos los días venía
la niña con el Rey y toda la familia. Y todos los días la niña le
pedía a la serena que lo enseñara al joven hasta más abajo. Y la
serena lo enseñaba hasta ande le decía la niña.
-Enseñemeló
todo, en la palma de la mano, en el aire. Yo ya no lo voy a venir a
ver más, como última vez.
Entonce
la serena, al otro día lo sacó y lo puso en la palma de la mano.
Entonce él s'hizo paloma y se voló. Y si allegó a la niña y si
abrazaron. Entonce que la serena le decía:
Pero,
claro, la niña no le hizo caso a la serena y se jueron todos a los
palacios, y que se empezó a preparar la boda de la hija del Rey y
del mozo.
Y
la niña lo tráiba todos los días al joven a la oría del mar paque
lo viera la serena. Pero. ¡claro!, no si allegaban mucho.
Y
güeno, áhi se define. S'hizo un gran baile en el casamiento del
joven y la niña. Yo 'stuve tamién.
Cuento
973. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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