Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La peludita .1052

Esteras y esterillas
para secar perillas.
Esteras y esterones
para secar pelones.

Había una vez un rey y una reina que tenían una hija. La Reina era linda, linda, y la hija era igual a la madre, muy linda también.
Un día se enfermó muy grave la Reina y estaba ya en agonía, y entonce le recomendó al Rey que si se volvía a casar, se tenía que casar con una mujer que se pareciera a ella. Y se murió la Reina.
Después de muchos años el Rey decidió casarse y empezó a buscar una muchacha que se pareciera a la Reina. Entonce mandó a sus servidores a recorrer el mundo a ver si se encontraba esa mujer. Y se volvieron sin encontrarla. Entonce el Rey decidió casarse con la hija, que era la única que se parecía a la Reina muerta.
Cuando el Rey le dijo a la hija que se quería casar con ella, la Prinsa se botó a llorar y llorando se jue a ver una abuelita viejita, viejita, que ella conocía, y le pidió que la ayudara porque ella no se quería casar con el padre.
Entonce la abuelita la aconsejó:
-Decile al Rey que traiga un vestido hecho con los rayos del sol, y que así te vas a casar con él.
La Prinsa volvió al palacio y le dijo al Rey que quería un traje hecho con los rayos del sol y después que se casaría con él.
Al Rey no se le dio nada. Se jue a donde unas brujas y les encargó el vestido de rayos de sol. Las brujas eran muy diablas y en poquitos días hicieron el vestido.
Cuando la Prinsa lo vio al vestido casi se murió. Entonce dijo:
-Lo que haula no se pierde; vuelvo donde la abuelita que me ayude.
Entonce la viejita le dijo:
-No se te dé nada. Pedile al Rey que te haga un vestido con rayos de luna.
La Prinsa volvió al palacio muy contenta y le dijo al padre que agora quería un traje con rayos de luna.
El Rey jue a donde las brujas y les encargó el traje de rayos de luna. A los pocos días se lo hicieron.
Cuando el Rey le llevó a la hija el traje, la Prinsa se botó a llorar otra vez y se jue ande la abuelita de nuevo.
La abuelita le dijo:
-No se te dé nada. Pedile al Rey que te dé el cuero del burrito que tiene en su palacio y que todos los días amanece lleno de monedas de plata. Como no lo va a querer matar, no se va a casar con vos.
Y bueno... el Rey lo mató al burrito y le trajo el cuero a la hija.
Cuando la Prinsa lo vio se botó a llorar con más amargura. Entonce esa misma noche ella se tapó bien, bien, bien con el cuerito de burro, como si juera cuero de ella y se juyó del palacio. Caminó y caminó la Prinsa, tapada con el cuero del burrito para que no la conocieran, hasta que llegó a un boliche. La bolichera era harto güena y como le dio mucha lástima ver llorar a la Prinsa, le dijo que se aloje y se quede a vivir con ella. Que le ayude a lavar los platos y a hacer los trabajos de la casa y que puede alojar áhi. Le dio una pieza para ella solita. La llamaban la Peludita porque con el cuero parecía peluda.
La Prinsa todas las noches se sacaba el cuero del burrito y se ponía sus vestidos y lloraba desconsolada.
Una noche un Prince pasó a pedirle alojo a la bolichera. La bolichera lo alojó. Al pasar cerca de la pieza de la Prinsa y al ver la luz por la rendija de la puerta se acercó a mirar y vio a la Prinsa con su vestido de sol. Vio que era tan bonita, tan bonita, que se enamoró de ella pensando hablarle al otro día.
Al otro día, el Prince no vio por ninguna parte a la Prinsa. Sólo vio una muchacha muy fea, peluda, que andaba trabajando.
A la otra noche el Prince volvió a ver por la rendija y vio a la Prinsa con el vestido de luna, y quedó más enamorado.
Cuando la vio tan fea a la Peludita al otro día, no sabía si era otra o si él había tenido una visión. Muy triste se jue a su palacio.
Pasado algún tiempo, como el Prince no podía olvidar aquella niña que vio, se enfermó y se puso muy grave. Los Reyes padres llamaron a todos los dotores y curanderas que encontraron, pero ninguno lo pudo curar.
Hasta que un día que 'taba muy mal el Prince la madre le pregunta si quería algo, y él le dice:
-Quero ante de morir una torta hecha por la Peludita.
Los Reyes la mandaron a buscar a la Peludita y la llevaron a la cocina para hacer la torta.
La Peludita hizo la torta y cuando la 'taba haciendo se le jue un anillito que ella tenía, adentro de la torta.
Cuando el Prince 'taba comiendo la torta, se trapicó con el anillito. Lo vio y sintió tanta alegría, que dijo que se mejoraría si encontraba a la dueña de ese anillo.
Entonce los Reyes mandaron a recorrer para ver a quen le quedaba bien. Muchas Prinsas y niñas muy ricas y de toda clase se lo probaron, pero a ninguna le quedó bien.
La única que faltaba era la Peludita. La mandaron a buscar. Cuando ella llegó le presentaron el anillo. La Peludita sacó entonce una mano muy bonita de abajo del cuero y se puso el anillo que le quedó muy bien. Y entonce, adelante del Prince y de todos, dejó caer el cuero y apareció con su vestido de luna.
El Prince saltó de la cama, sano, la reconoció, y le pidió que se casara con él.
Entonce la hicieron traer a la abuelita y ella contó la historia de la Peludita.
Después le avisaron al padre, que se arrepintió de sus intenciones, y les mandó muchos regalos para el casamiento.

Y se casaron y hicieron gran fiesta.
Y se acabó el cuento
y se lo llevó el viento.

Yolanda del Carmen Parada, 24 años. Chos Malal. Neuquén, 1960.

Aprendió el cuento del padre, Victoriano Parada, de 56 años, de El Cholar, Neuquén.

Cuento 1052. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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