Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 20 de enero de 2015

La lechuza y el rey de los pajaritos .664

Para la madre no hay hijo feo

Dice que una vez el rey de los pajaritos andaba por cerca di ande tenía su casa la lechuza. Y la lechuza tenía pichones grandecitos, que ya andaban fuera del nido. Entonce ella piensa que sus hijitos 'taban en gran peligro. Entonce resuelve hacerlo compadre al rey de los pajaritos para que no le coma los pichones.
Bueno... Agarró, la lechuza, se arregló bien, se puso polvo, se peinó, y se puso el manto -ése que usaban las señoras di ante y que algunas todavía lo usan para salir. Bueno... Muy compuesta y arreglada se fue a la casa del rey de los pajaritos. Y ya llegó, y saludó, y la hicieron pasar para adentro. Estuvieron conversando y entonce le dice la lechuza que lo venía a hacer compadre y a decirle que no le vaya a comer los hijitos, que eran sus ahijaditos.
-Bueno -dice el rey de los pajaritos, pero, ¿cómo voy a saber yo cuáles son sus hijitos, comadre?
-Pero, mire, compadre, es lo más fácil, mis hijitos son los pichones más bonitos que usté va a ver. No se puede equivocar. Ya quedaron así.
Al otro día va el rey de los pajaritos y se pone a llamar, como llama él a los pajaritos para comerlos, con un gritito raro, que los domina a los pajaritos y vienen todos como embrujados, como si tuviera imán este pájaro carnicero y lo dan vuelta gritando y revolotiando sin poderse disparar.
Bueno... Ya se llenó el árbol de pajaritos y había muchos pichones. Todos los pajaritos aletiaban nerviosos, esperando a cuál agarraba el rey de los pajaritos. Y éste decía:
-Voy a mirar bien, cuales son los más feos de estos pichones porque no quiero quedar mal con mi comadre lechuza. Después de un rato, vio unos pichones feísimos, y ahí no más los cazó y se los comió. ¡Qué pucha!, habían síu los hijos de la lechuza. Al rato no más llegó la lechuza, los llantos y las quejas:
-Compadre, usté no tiene palabra, usté mi ha comíu mis hijitos.
-Pero, comadre, si yo hi comíu los pichones más feos.
-No puede ser, compadre, usté nu ha visto bien -le dice la lechuza.
Áhi jue el equivoco de la lechuza, claro, como para la madre nu hay hijos feos.
Y así, la pobre lechuza perdió lo hijos.

Guillermo Benítez, 73 años. Piedra Blanca. Junín. San Luis, 1951.

Cuento 664. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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