Un pintor había pintado
una vez dos niños muy traviesos, que solamente para esa ocasión se habían
quedado quietitos, el brillo de sus ojos delataba la vivacidad de sus
travesuras. Una noche de luna llena, que toda la casa estaba iluminada por la
señora redonda, los niños decidieron bajar de su cuadro y hacer de las suyas.
Claro que como eran de
un cuadro, sus juegos no hacían ningún ruido para los demás. Recorrieron toda
la casa, pasaron por la cocina y encontraron de todas las cosas que les
gustaban: galletitas, dulces, caramelos, y en la heladera... ¡encontraron un
PASTEL! Pero como ya sabían leer, leyeron: "¡Felíz cumpleaños
Florencia!"
Pensaron que mejor ése
lo dejaban intacto, pero todas las otras cositas ricas que encontraron por el
camino las picotearon por aquí y por allá. Con la pancita llena se fueron al
dormitorio de las dos niñas de la casa, se pusieron acuriosear todos los
juguetes que tenían.
Hicieron un castillo
con los ladrillos de construcción, con puentes, tuneles, caminitos, jardines
con flores y en uno de los patios del castillo escribieron dentro de un corazón
"Florencia"... Pusieron muñequitos haciendo de principes y princesas,
pusieron algo mas lejos a los papás reyes en una fiesta real. Hicieron de este
castillo un verdadero festín.
En una de esas la niña
mayor se estira y bosteza: "Huaaaaaaaah", removiendose en la cama.
Los dos hermanitos se quedan quietitos como en misa, si alguien los ve, no
pueden mas volver al cuadro. Al no ver mas peligro, se sienten muy contentos y
el niño mayor empieza a poner a los peluches en una fila india: al oso polar
grandote "Pacheco", al perro dálmata "Pointy", al raton con
gorra "Arturo", al zorro "Vosje", al chanchito rosa, al
perro "Fofy", al otro perro "Tiky", y un montón de otros
animalitos. Tan contentos estaban que de repente todos los animalitos empezaron
a moverse solitos y bailaron con los dos hermanitos.
Florencia se levantó
para ir a hacer pipi, y todos los animalitos se quedaron tirados por el suelo
como si no hubiera pasado nada. Por suerte iba casi del todo dormida, así que
ni los vio. Cuando se acostó y notaron que seguía durmiendo dulcemente,
siguieron bailando todos juntos, uno de los niños bailó con "Pacheco"
y el otro con "Vosje". Tan divertidos estaban que ni se habían dado
cuenta del tiempo, hasta que por las percianas empezó a entrar un poquito de
luz de día... ¡Corrieron los dos hasta el cuadro! Saltaron y se sumergieron en
el, justo a tiempo cuando el sol empezó alevantarse por el mar. Se guiñaron los
ojos y se quedaron en su posición pictórica.
Al despertar las dos
niñas se sorprendieron del desorden de su cuarto, pero al ver el corazón en el
medio del castillo, Florencia sonrió y le dijo a su mamá:
-Mami, mira que
castillo mas lindo.
999. Anonimo
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