Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 3 de septiembre de 2012

Los cuatro tesoros magicos


Cuatro santos derviches de la jerarquía segunda, se reunieron y decidieron buscar, por toda la superficie de la tierra, objetos con los que pudiesen ayudar a la humanidad. Habían estudiado cuanta cosa estuvo a su alcance y concluyeron que mediante este tipo de cooperación podrían servir de la mejor manera posible.
Decidieron encontrarse nuevamente treinta años después.
El día indicado se reunieron nuevamente. El primero trajo consigo desde el extremo Norte un bastón mágico. Quien lo montase podía alcanzar su destino de inmediato. El segundo había traído del extremo Oeste una, capucha mágica. Quien la pusiera sobre su cabeza podría cambiar de inmediato su apariencia, logrando así hacerse pasar por cualquier otro ser viviente. El tercero, como resultado de sus viajes y búsquedas por el extremo Oriente, trajo un espejo mágico. Con sólo desearlo, se podía contemplar en él cualquier lugar de la Tierra. El cuarto derviche, trabajando en el extremo Sur, había traído un tazón mágico, con el que cualquier enfermedad podía curarse.
Así equipados, los derviches miraron en el Espejo para encontrar la fuente del Agua de la Vida, que les permitiría vivir lo suficiente como para dar uso eficaz a estos instrumentos. Encontraron la Fuente de la Vida; volaron a ella en el Bastón mágico y bebieron del Agua.
Una vez hecho esto, efectuaron una invocación para descubrir quién era el ser más necesitado de sus servicios. Apareció en el Espejo el rostro de un hombre que se encontraba al borde de la muerte. Se hallaba a muchos días de viaje.
Inmediatamente los derviches montaron el Bastón mágico y volaron en un abrir y cerrar de ojos, hasta el hogar del enfermo.
"Somos famosos médicos", le dijeron al hombre que estaba en la puerta, «y nos hemos enterado de que tu amo se halla enfermo. Permítenos entrar y lo ayudaremos."
Cuando el enfermo oyó esto, ordenó que los derviches fuesen traídos hasta su lecho. Sin embargo, tan pronto los vio, su salud empeoró; casi como si hubiese sufrido un ataque. Fueron echados de su presencia. Uno de los sirvientes les explicó que el enfermo era enemigo de los derviches y los odiaba.
Colocándose, uno por uno, la Capucha mágica, cambiaron su apariencia tomando así un aspecto agradable para el enfermo. De esta manera se presentaron nuevamente, pero esta vez como cuatro médicos diferentes. Tan pronto el hombre hubo bebido una medicina del Tazón Mágico, se sintió como nunca en su vida. Estaba contentísimo, y como era un hombre rico, recompensó a los derviches, obsequiándolos con una de sus casas; los derviches se instalaron en ella.
Se quedaron a vivir en esta casa, y todos los días se alejaban en distintas direcciones usando, para beneficio de la humanidad, los objetos mágicos que habían reunido.
Un día, sin embargo, cuando los otros derviches estaban haciendo sus recorridas habituales, llegaron unos soldados y arrestaron al derviche que poseía el Tazón que curaba. El rey de ese país había oído hablar de este gran médico; había mandado por él para que curase a su hija, que sufría una extraña enfermedad.
El derviche fue conducido junto al lecho de la princesa. Le ofreció una de las medicinas que ella solía tomar, pero servida en el Tazón especial. Mas, encontrándose imposibilitado de consultar con el Espejo mágico cuál era la cura, ésta no dio resultado.
La princesa no mejoró, y el rey ordenó que se clavara al derviche en una pared. Este rogó que le dieran tiempo para consultar a sus amigos, pero el rey, que era impaciente, pensó que esto sólo era una estratagema para poder escapar.
Tan pronto como los otros derviches arribaron a su morada, miraron en el Espejo mágico para descubrir dónde había ido su compañero. Viéndolo al borde de la muerte volaron inmediatamente en su ayuda , utilizando el Bastón mágico. Lo salvaron justo a tiempo. Pero no pudieron salvar a la hija del rey, pues el Tazón no pudo ser encontrado.
Mirando en el Espejo mágico, los derviches vieron que había sido arrojado, por orden del rey, a los abismos del océano más profundo de la Tierra.
A pesar de disponer de los otros objetos milagrosos, les tomó mil años recobrar el tazón. A partir de la experiencia con la princesa, estos cuatro derviches trabajaron siempre en secreto, de manera que, mediante una hábil manera de actuar, cuanto hicieran en beneficio de la humanidad pareciese haber sido hecho en forma fácilmente explicable.

999. Anonimo

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