Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 18 de junio de 2012

El rajá

Erase un joven rajá que disponía de un nutrido harén de bellísimas mujeres. Por motivos de estado, se desposó con una tierna jovencita, de sutiles palabras y amorosas actitudes. El rajá, sin embargo, ni siquiera reparó en ella. Seguía prestando toda su atención a las mujeres del harén y apenas disponía de tiempo para su propia esposa. Durante meses, la joven princesa fue solicita, encantadora y delicada con su marido, pero todo el interés y la energía del rajá estaban en el harén. Un amanecer, la joven princesa huyó. Al enterarse de ello el rajá, pensó para sí: «Mejor, así ya no me estará incordiando.» Pasaron unos días. El rajá empezó a echar de menos a la esposa, sus ojos almendrados y abismales, sus finos dientes aper-lados; esos labios per­fectamente dibujados y llamativos... Cuantos más días pasaban, más obsesionado estaba por el recuerdo de la princesa. Dejó de visitar el harén y entró en un estado de profunda desazón y melancolía. Ordenó buscar incansablemente a la princesa y ofreció una gran recompensa para quien pudiera dar noticias de su paradero. Creía enloquecér, cuando unas semanas después se enteró de que su esposa estaba en el cam­po, en casa de sus suegros. Veloz como el rayo, acudió a visitarla y se postró a sus pies, pidiéndole perdón:
-¡Oh, amada mía, mi muy amada! Te necesito más que a mi propio corazón.
La princesa lo perdonó. Vivieron días felices y no­ches de pasión intensa. Pero poco después el rajá empezó a echar de menos a las mujeres del harén. ¡Qué nostalgia insuperable, cuántos recuerdos! Co­menzó a entristecerse. Era como un alma en pena. Los rostros de sus concubinas venían incesantemente a su mente. ¡Cuán desgraciado se sentía! Un amane­cer, abandonó a su esposa. Dejó una carta renuncian­do a sus funciones de estado. Se hizo ermitaño y decidió buscar la estabilidad de la mente.

El Maestro dice: La mente fluctúa como la llama de una vela expuesta al viento. Siempre está donde su propietario no está; cuando no tiene problemas reales origina problemas imaginarios. Es como un mono ebrio y loco.

Fuente: Ramiro Calle

 004. Anonimo (india),

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