Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 6 de enero de 2015

Culete arriba!

Había llegado el momento de que la pata Dora enseñase a sus patitos a bucear.
-¡Es muy fácil, patitos! -les dijo. Tenéis que meter la cabeza debajo del agua y levantar el culete en el aire. Sólo tenéis que recordar esto: ¡cabeza abajo y culete arriba!
Los patitos asintieron y empezaron a practicar. Unos pocos lo lograron a la primera.
-¡Hay un montón de cosas interesantes aquí debajo! -dijo uno.
-¡Así es! -exclamó Dora. Y por eso tenéis que aprender a bucear. Sólo los patos sabemos lo que pasa debajo del agua.
Los patitos estuvieron practicando toda la tarde. ¡Cabezas abajo! ¡Culetes arriba! Uno tras otro, todos lo fueron consiguiendo.
-¡Mamá, mira! ¡Hay peces chiquitines que brillan! -chilló uno.
-¡Y un cubo viejo! -exclamó otro.
-He encontrado una cosa gelatinosa que está muy rica -dijo un tercero.
Al caer la tarde, todos los patitos sabían bucear, excepto uno.
-¿Qué pasa, Darío? -dijo Dora.
-Tengo miedo de no poder volver a salir -susurró el patito.
-Pero, Darío -contestó Dora, para volver a salir sólo tienes que levantar la cabeza y bajar el culete.
Sin embargo, Darío no quería intentarlo. Dora lo animó todo lo que pudo, pero cuando empezó a ponerse el sol, comenzó a impacientarse.
-Todos los patos bucean, Darío -le dijo. Tú también puedes. ¡Vamos! Una, dos y tres, ¡BUCEA!
-Voy a ser un pato que no bucea -dijo Darío, que seguía dudando. No veo la necesidad. No estoy seguro de que me vaya a gustar meter la cabeza debajo del agua. Ahí abajo hace frío y a lo mejor no soy capaz de volver a levantar la cabeza cuando esté con la cola en el aire. Tampoco quiero cazar un montón de cosas gelatinosas aunque tengan buen sabor, ¡me podrían hacer cosquillas en el pico!
Dora no dijo una palabra, pero se le ocurrió una idea...
-¡A cenar! -exclamó.
Todos los patitos levantaron la cabeza.
-No tenemos hambre -dijeron. Hemos estado todo el día comiendo peces, cosas gelatinosas y deliciosas lentejas de agua.
-Yo sí que tengo hambre -dijo Darío. Tengo mucha hambre. Así que Dora se sumergió y le buscó un hermoso pez.
-Aquí tienes, Darío -dijo al volver a salir. ¡Ay!
Al abrir el pico para hablar, se le había caído el pez y éste había vuelto a desaparecer debajo del agua.
-¡Mi cena! -gritó Darío. ¡Y bajó la cabeza! ¡Y levantó el culete! Y así se sumergió buceando rápidamente y atrapó su cena.
-¡Lo conseguí! -exclamó, volviendo a salir a la superficie.
-¡Bien hecho! -le dijo Dora, con una sonrisa de felicidad. Pero por favor, cariño, ¡no hables con la boca llena!


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