Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 6 de enero de 2015

Cosas de cerdos

En la granja del viejo Martín todos sabían que dentro de poco sería el cumpleaños de Tolo. El caballo iba a cumplir muchísimos años; tantos, que la mayoría de los animales no sabían contar hasta tanto.
-Tenemos que organizar una fiesta especial con muchos juegos -dijo la oveja María por lo bajo.
-Eso sería divertido para nosotros -contestó la vaca Paca, pero Tolo es un caballo muy viejo y no sé si eso le va a gustar mucho.
Como los cerdos siempre están pensando en comer, a nadie extrañó que Ceferino propusiera organizar un banquete.
-Si cada uno de nosotros guarda un poco de su comida todos los días, podemos reunir un montón para el cumpleaños de Tolo -dijo.
A todo el mundo le pareció una buena idea, así que los animales buscaron un escondite para la comida en el establo. En poco tiempo reunieron un enorme montón de cosas sabrosas, deliciosas y exquisitas, g a medida que se acercaba el día se iban poniendo más nerviosos.
La víspera de la fiesta el montón de comida era impresionante.
Los animales sabían que a la mañana siguiente Martín y su mujer se irían al mercado muy temprano y tendrían todo el patio de la granja para ellos.
Cuando se hizo de noche, algunos de los polluelos y cachorros no podían ni dormir de la emoción.
La luna brillaba ya sobre la granja del viejo Martín, pero Ceferino seguía despierto. Daba vueltas y vueltas, intentando con todas sus fuerzas no pensar en el enorme montón de deliciosa comida.
Pero no hay nada que dé más hambre a un cerdo que saber que tiene cerca un montón de cosas ricas. Sabía que eran para la fiesta, pero, por más que lo intentaba, Ceferino no podía dejar de pensar en la comida.
-Un bocadito o dos no tienen importancia -se dijo. Nadie echará de menos una sabrosa manzanita o un puñadito de grano, ¿verdad?
Con la boca haciéndosele agua, Ceferino salió arrastrándose de su pocilga y, de puntillas, llegó hasta la puerta del establo. ¡Niiiiiiiiiiiiik! La empujó con el hocico para abrirla y entró.
-¡TE PILLÉ, CERDO CEFERINO! -cloqueó la gallina Catalina mientras salía de un salto de detrás de una paca de paja. Ceferino, viejo trasto -añadió riéndose, sabíamos que no ibas a ser capaz de resistir ante tanta comida y decidimos hacer guardia toda la semana. Vuelve a la cama y espera hasta mañana.
Ceferino se puso rojo: ¡lo habían pillado!
A la mañana siguiente, mientras todos los animales devoraban el fabuloso banquete, Ceferino les dijo que lo sentía mucho.
-No te preocupes -respondieron. Son cosas de cerdos. ¿Quieres otra manzana, Ceferino?


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