Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 30 de octubre de 2014

La huerfana que queria una madre .042

Una pequeña huerfanita necesitaba tanto una madre que pedía insisten-temente a su padre que se casara con la vecina. El padre le advirtió que a lo mejor aquella mujer la trataría mal; pero aun así la huerfanita continuó insistiendo hasta que se celebró la boda.
La madrastra tenía un hijo al que trataba maravillosamente. Y la pobre huerfanita pronto recibió el peor trato, las tareas más pesadas y los golpes más frecuentes. Incluso un día aquella mujer la mandó a buscar hojas a un bosque donde había un gigante.
Por el camino encontró a una vieja con unas asquerosísimas legañas. La anciana se le acercó y le suplicó que se las lamiera; y que, si satisfacía su deseo, le contaría algo muy importante. La pequeña se ofreció a limpiárselas con un pañuelo, a lo que la mujer siguió insistiendo en que debía lamerlas con la lengua. Cuando la niña accedió por fin, observó que las legañas supurientas se transformaban en leche.
La vieja dijo: «Cuando entres en el bosque encontrarás un gigante. Debes tener en cuenta que si tiene los ojos abiertos está durmiendo profundamente; si los tiene cerrados, en cambio, vete con mucho cuidado porque lo estará observando todo».
La pequeña se adentró en el bosque y encontró al gigante. Tenía los ojos bien abiertos, de manera que la niña recogió las hojas que le habían encargado y regresó a casa. La madrastra, al ver que su plan había fallado, a la mañana siguiente volvió a mandarla al mismo bosque a por hojas.
La muchacha quiso hablar con su padre, pero éste replicó: «Ya te había advertido que las cosas podían ir mal. Ahora debes obedecer a tu madrastra».
La pequeña emprendió el camino del bosque; y de nuevo encontró a la vieja legañosa que, una vez limpia de sus legañas, le repitió la advertencia. Sin embargo, la niña no le hizo caso: pese a que el gigante tenía los ojos cerrados, intentó recoger las hojas que debía llevar a su casa.
Entonces el gigante se la llevó dentro del bosque y, una vez allí, la trató con mucha delicadeza y la alimentó hasta que quedó bien gorda.
Parece ser que la intención del gigante era comérsela. Pero resultó que tenía un hijo que se había enamorado perdidamente de nuestra muchacha. Como se trataba de un chico muy dulce y amable, ella accedió a la boda: se casaron y vivieron muy felices junto con el gigante mayor.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

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