Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 17 de octubre de 2012

El tonto lagañoso

46. Cuento popular

Éste era un padre que tenía tres hijos. Y un día el mayor le dijo a su padre:
-Yo me voy ocho días por el mundo.
Y se fué. A los ocho días, volvió y le dijo a su padre:
-He vuelto de mi viaje, y cada vez que me meto la mano en el bolso, saco diez duros.
Y entonces dijo el otro hermano:
-Pues ahora yo también me voy, papá.
Y se fué y volvió de la misma manera, diciendo que cada vez que se metía la mano en el bolsillo, se sacaba diez duros.
Y el menor era tonto, feo y lagañoso. Pero él tam­bién dijo que se quería marchar por ocho días. Y cuando volvió el menor de su viaje, el padre le pre­guntó:
-Y tú, ¿qué sacas?
Y él respondió:
-Yo, nada.
Entonces los otros dos hermanos dijeron que ellos querían ir a pedir la hija del rey en casamiento. Y el padre lo consintió. Y dijo entonces el tonto laga­ñoso, magañoso que él también iba. Y se marcharon los dos hermanos solos.
Se encontraban ya cansados un día en su camino.
Y sacaban diez duros cada vez que se metían la mano en el bolso, pero no encontraban qué comer en nin­guna parte. En eso llegó el tonto lagañoso, magañoso y les dijo:
-¿Qué hacéis aquí?
Y ellos le dijeron:
-Pues mira, que tenemos dinero, pero no tene­mos comida que comprar.
Y entonces el tonto dijo:
-¿Queréis comer?
Y sacó un mantel y dijo:
-Mantel, ponme aquí de los mejores manjares del mundo.
Y se apareció una mesa con los mejores manjares del mundo. Y entonces dijeron los dos hermanos:
-Pues antes íbamos bien, pero ahora vamos mejor.
Con eso los dos hermanos se fueron otra vez solos, dejando al tonto solo allí.
Llegaron los dos hermanos al palacio y le dijeron al rey que venían a pedir la mano de la hija, y el rey les dijo que pasaran. Luego llegó el tonto laga­ñoso, magañoso y le dijo el rey:
-Y usté, ¿a qué viene?
Y el tonto respondió:
-A lo que vienen los demás.
Y el rey le dijo que entrara y entró. Y en cuanto entró en el cuarto, empezó a decir que si querían comer. Eso lo repitió tres veces y sacó el mantel y dijo:
-Mantel, ponme aquí de los mejores manjares del mundo.
Y de pronto se apareció una mesa con los mejo­res manjares del mundo.
En ese entremedio se asomó la criada por el agu­jero de la llave de la puerta y vió que el rey entraba y veía toda la mesa que había puesto el tonto. Y el rey preguntó:
-¿Quién ha hecho todo esto?
Y el tonto respondió:
-Yo, yo.
Y entonces el rey se llevó el mantel.
Entonces el tonto les dijo a los hermanos y a todos los que estaban en el cuarto, si querían salir del cuarto. Lo repitió tres veces. Y sacó un sombrero y dijo:
-¡Sombrero, cañonazos!
Y todas las puertas del palacio y del cuarto se abrie­ron y todos se salieron, y él se quedó solo. Volvió el rey y le dijo que si quien había hecho eso. Y él respondió:
-Yo, yo.
Y entonces cogió el rey el sombrero. Y entonces el tonto se marchó solo.
En el camino, cuando le dió hambre, se subió a una higuera a comer higos, y bajó de la higuera lleno de cuernos, y dijo:
-¡Vaya! ¡Antes tonto, lagañoso y magañoso, y aho­ra lleno de cuernos. ¡Vaya!
Y fué abajo y se subió a otra higuera. Y cada higo que se comía, se le quitaba un cuerno. Y comió hasta que se le quitaron todos los cuernos. Y viéndose ya sin cuernos, fué y pidió un cesto y lo llenó de higos de los que salían cuernos, y se fué para el palacio, gritando:
-¡A los higucos del tiempo! ¡A los higucos del tiempo!
Entonces le dijo la criada al amo, el rey:
-¡Amo, a los higucos del tiempo!
Y el rey le dijo que los comprara. Y compraron. Y la criada, al subir las escaleras se comió uno, y le salió un cuerno. Y luego los comieron todos: el rey, la reina, la hija y todos. Y todos se llenaron de cuernos.
Entonces fué el tonto lagañoso, magañoso y se vistió de médico y salió diciendo que era un médico afamado. Y salió entonces el rey y le preguntó si era verdad que era médico, y él respondió que sí, que era médico afamado. Y entonces le dijo el rey:
-Mire usté qué broza nos ha salido. Mire usté qué cuernos nos han salido a todos.
Y el tonto dijo:
Si me deja casarme con su hija, yo me comprometo a quitarles a todos los cuernos. Pero primero se los quito a la hija y me caso con ella, y después se los quito a los demás.
El rey dijo que estaba bien. Y el tonto le dió a la hija del rey que comer un higo de los que quitaban cuernos por cada cuerno que le había salido, y se le quitaron los cuernos en seguida. Y se casó con ella y después les quitó los cuernos a los demás.
Entonces le dijo el tonto al rey:
-Yo soy el que vino al palacio y a quien usté le preguntó que a qué venía, y yo soy el que le dije que a lo que venían los demás. Y yo soy el que le dijo al mantel que me trajera los mejores manjares del mundo, y me los trajo. Y yo soy el que le dijo al sombrero que abriera todas las puertas del palacio, y se abrieron todas, y ese sombrero lo tiene usté. Y yo soy el que les puso cuernos a todos ustedes y le dije después que se los quitaría a su hija si me casaba con ella. Y yo soy el que se los quité a ella y me casé con ella, y después les he quitao los cuernos a todos ustedes. Y ahora con el permiso de la hija, me dará usté el mantel y el sombrero. Y dígame usté si ha estao bien.
Y el rey le contestó que ya no se podía deshacer. Y entonces le dijo el tonto que adiós, que ya se iba a casa con su princesa.

Fuente: Aurelio M Espinosa

003. España

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