36. Cuento popular
Ésta era una madre que
tenía tres hijas y las llevaba todos los días a un colegio. Y el diablo se
metió a maestro y un día se enamoró de la más pequeña.
Güeno, pues la chica fue
creciendo y el diablo, contimás iba creciendo la chica, más se enamoraba de
ella. Y como ya no encontraba medio pa robarse a la niña, fué y hizo una urnia
de cristal y un anillo dormidero. Y cuando la niña andaba jugando, fué y la
cogió y le puso en un dedo el anillo dormidero y la niña se durmió en seguida.
Y la cogió el diablo y la metió en la urnia de cristal y fué y la tiró al mar.
Y por ai andaban pescando
el hijo del rey y un pescador y vieron que bajaba un bulto por el mar. Y el
hijo del rey le mandó al pescador echar la barca y ya vieron que era la urnia
de cristal. Y la fueron aorillando hasta que la cogieron.
Y ya vieron que en ella
había una niña muy guapa. Y meneaban pa todos sitios, pero ella no se movía. Y
entonces el hijo del rey le quitó el anillo y al momento se despertó. Y ella,
al verse sola con ellos, empezó a gritar. Y ya le puso él el anillo y se volvió
a dormir.
Y sin darles cuenta a sus
padres, el hijo del rey se la llevó al palacio y la metió en su cuarto. Y allí
la tenía sin que nadie lo supiera. Y el cuarto se lo barrían los criaos. Pero
desde aquel día se llevaba él la llave y nadie podía entrar.
Pero un día se le
olvidaron las llaves, y las hermanas di.jeron:
-Ahora podemos hacer que
los criaos barran el cuarto.
Y fueron al cuarto y
vieron la urnia de cristal y la dama guapa que estaba dentro de ella. Y como,
la curiosidá es tan grande, fué la mayor y le quitó el anillo y al momento la
niña se despertó. Y entonces ellas tiraron el anillo en el cuarto y se salieron
huyendo.
Y el hijo del rey, allá
onde andaba, se metió la mano al bolsillo y vió que no traía la llave de su
cuarto y dijo:
-Ahora ya soy
descubierto.
Y volvió a casa y ya las
hermanas les habían contao a sus padres lo que habían visto en el cuarto. Y al
llegar, lo llamaron y le preguntaron pa qué tenía a aquella niña en su cuarto.
Y les contó él cómo la había encontrao y que la tenía allí con el conqué de ser
su esposa. Y ellos le dijon que no, que no se podía casar con ella porque no
sabían de qué linaje era, ni nada. Pero él dijo que no le importaba, que estaba
enamorao de ella y que con ella se iba a casar. Y se casó con ella.
Y a los pocos meses,
enfermó el rey y se murió, quedando de rey el hijo y de reina la niña, su
mujer. Y entonces tuvo que irse a reinar a otro reinao y dejó a su mujer en
cinta. Y tuvo la reina un niño muy guapo.
Y un día la agüela fué a
por un caldo pa la reina que estaba en la cama. Y en el medio tiempo de esto,
vino el diablo y le dijo:
-María, o me dices lo que
vistes o me das lo que paristes.
Y la niña le contestó:
-Ni te digo lo que vi; ni
te doy lo que parí.
Y entonces el diablo le
arrebató al niño de los brazos y lo magulló y se lo comió, y a ella le untó los
labios de carne y de sangre pa que dijeran que ella se lo había comido.
Y en esto llega la agüela
con el caldo y le pregunta por el niño. Y la niña no le contesta nada. Pero ve
la agüela la carne y la sangre del niño en sus labios le dice:
-Pero, desgraciada, ¿que
te has comido a tu hijo?
Y la niña se consumía de
dolor y de tristeza, pero no decía palabra. Y la agüela, que creía que la madre
se había comido al niño, la atracó de oprobios. Y ella nada contestaba.
Y ya llegó el rey a su
reino y le salieron a recibir todos, menos la reina, su mujer. De dolor y de
tristeza, ella no salió a recibir a su marido. Y la agüela le dijo al rey:
-Güena esposa que has
cogido, hijo mío, Ha parido y se ha comido al hijo.
Y ya le contó cómo había
pasao todo. Y el rey la dijo a su madre:
-¡Qué le vamos a hacer!
De sus entrañas salió; a sus entrañas volvió.
Y ya entró el rey a ver a
su mujer. Y ella se le echó a los brazos llorando de dolor, pero no le dijo lo
que había pasao. Y siguieron viviendo como antes.
Pero al quedar ella en
cinta otra vez, tuvo el rey que irse otra vez a reinar a otro reino. Y mientras
estaba el rey por allá, dió ella a luz, esta vez una niña muy hermosa, que era
el vivo retrato de su madre. Y si antes estaban todos locos con el niño, más
locos estaban ahora todos en el palacio con la niña. Y cuidaban a la madre y a
la niña noche y día, y decía la agüela:
-No; a éste no se lo va a
comer.
Mas vino el diablo como
antes y buscó ocasión cuando la niña estaba sola con su niña, y la dijo:
-María, o me dices lo que
vistes o me das lo que paristes.
Y la madre le contestó lo
mismo que antes:
-Ni te digo lo que vi, ni
te doy lo que parí.
Y el diablo le arrebató a
la niña de sus brazos y la magulló y se la comió. Y la untó a la madre los
labios de carne y sangre otra vez. Y la pobre madre se desmayó, consumida de
dolor.
Y llegó la agüela y al
verla así, empezó a dar gritos. Y le dijo a la reina:
-Desgraciada, te has
comido otra vez a tu hijo.
Y la atracó de oprobios
más que antes. Pero la madre no decía palabra.
Y en esto volvió el rey a
su reino y salieron a recibirle todos, menos su mujer. Y ya le contó su madre
que su mujer había parido una niña muy guapa y que se la había comido como
antes al niño. Y le dijo que era una deshonra pa el palacio tenerla allí y que
tenía que despedirla. Y el rey le dijo a su madre que no podía todavía porque
tenía que ir a una feria, que esperaran hasta que volviera y entonces harían
lo que ella quería.
Y fué él a ver a su
mujer, que estaba todavía en la cama enferma de pena y de dolor. Y la preguntó
por qué se comía a los hijos que tenía y ella no decía palabra. Y entonces el
rey la dijo que si no le decía, la mataba, y ella le dijo que por nada del
mundo le decía lo que había pasao, que prefería la muerte. Y ya el rey dijo:
-Güeno; hay que dejarla.
Al volver de la feria, veremos qué hacemos con ella.
Y el día que se marchó pa
la feria, les preguntó a sus hermanas qué querían que les trajera de la feria.
Y la mayor le dijo que le trajera un vestido azul de piedra, y la menor uno
verde de piedras. Y fué y le preguntó a su mujer, la reina, qué quería que le
trajera a ella. Y ella le contestó:
-A mí quiero que me
traigas una piedra de dolor y un cuchillo de amor.
Y se fué el rey pa la
feria. Y en el camino decía:
-Pero y ¿pa qué me pidió
mi mujer una piedra de dolor y un cuchillo de amor?
Y llegó a la feria y
halló fácilmente lo que le habían pedido sus hermanas. Pero la piedra de dolor
y el cuchillo de amor no los pudo encontrar por mucho que los anduvo buscando
y regresó a su palacio.
Y ya al llegar a su
palacio, estaba por ai el diablo gritando:
-¡A la piedra de dolor y
el cuchillo de amor! ¡A la piedra de dolor y el cuchillo de amor!
Y se detuvo el rey y le
dijo:
-¡Eh, caballero! ¿Cuánto
quiere usté por la piedra de dolor y el cuchillo de amor?
Y el diablo le contesta:
-Dos mil duros.
Y el rey le entregó los
dos mil duros y le dijo:
-Tenga usté. Dichosa ia
hora que encuentro esas cosas que me pidió mi mujer.
Y le entregó el diablo la
piedra de dolor y el cuchillo de amor y se fué contento.
Y al entrar en el
palacio, salieron sus hermanas a recibirle y se alegraron mucho cuando les
entregó lo que le habían pedido. Y como su mujer no bajó, les preguntó a sus
hermanas por qué no bajaba, y le dijon que estaba mala en la cama. Y entonces
subió él a onde estaba y le dijo:
-Aquí tienes lo que me
pedistes, la piedra de dolor y el cuchillo de amor.
Y ella recibió todo sin
decir palabra. Ni se puso contenta ni triste. Seguía tan triste como siempre y
consumida de dolor. Y ya le dijo que se podía retirar. Y cuando ella le dijo
que se retirara, sospechó él algo y hizo que se retiraba, pero se escondió
debajo de la cama, al cerrar la puerta.
Y cuando ella creyó que
se había retirao, cogió ella la piedra de dolor y el cuchillo de amor y los
puso en la mesa. Y se levantó de la cama y cogió una silla y se sentó al pie de
la mesa y empezó a decirles:
-Piedra de dolor,
cuchillo de amor, ¿verdá que en un tiempo fuí al colegio y el maestro se
enamoró de mí y porque no le quise me echó en una urnia de cristal y me echó al
mar?
Y la piedra de dolor y el
cuchillo de amor decían:
-Sí, sí. Es verdá.
Y la piedra se partía de
dolor al decir que sí.
Y luego dijo la niña:
-Piedra de dolor,
cuchillo de amor, ¿verdá que del mar me salvó el hijo del rey y después me
llevó a su casa y se casó conmigo?
Y contestaban la piedra y
el cuchillo:
-Sí, sí. Es verdá.
Y la piedra se partía más
y más, al decir que sí.
Y dijo después la niña:
-Piedra de dolor,
cuchillo de amor, ¿verdá que a los pocos meses, enfermó el rey y murió y el
hijo del rey quedó de rey y que tuvo que ir a reinar a otro reinao y me dejó en
cinta y tuve un niño, y vino el maestro y me lo arrebató y se lo comió y me
untó lo labios de la carne y de la sangre pa que todos creyeran que yo misma me
lo había comido?
Y la piedra y el cuchillo
contestaban:
-Sí, sí. Es verdá.
Y más y más se partía la
piedra. Y entonces dice la niña:
-Piedra de dolor,
cuchillo de amor, ¿verdá que después se volvió a ir el rey a reinar a otro
reinao y me dejó en cinta otra vez y tuve una niña, y que ésta me la arrebató
de la misma manera el maestro y se la comió y me untó otra vez los labios de la
carne y de la sangre pa que todos creyeran que yo misma me la había comido?
Y la piedra y el cuchillo
contestaban otra vez:
-Sí, sí. Es verdá.
Y la piedra ya se partía
en mil pedazos, al decir que sí.
Y por fin, dijo la niña:
-Piedra de dolor,
cuchillo de amor, ¿verdá que mi suegra le dijo al rey que yo me había comido a
mis hijos y que le dijo al rey que me echara del palacio?
Y la piedra y el cuchillo
contestaban como siempre:
-Sí, sí. Es verdá.
Y ya la piedra se estaba
acabando de partirse de dolor.
Y entonces es cuando la
niña cogió el cuchillo de amor en la mano y dijo:
-Si la piedra se parte de
dolor, ¿cómo no se partirá mi corazón?
Y iba ya a clavarse el
cuchillo de amor en el corazón, cuando salió el rey de onde estaba escondido y
se lo detuvo. Y,ya entonces el rey entendió cómo había pasao todo. Y le dijo a
su mujer que olvidara su pena y que serían felices otra vez.
Fuente:
Aurelio M Espinosa
003. España
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