Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 17 de octubre de 2012

El diablo maestro


36. Cuento popular

Ésta era una madre que tenía tres hijas y las lle­vaba todos los días a un colegio. Y el diablo se metió a maestro y un día se enamoró de la más pequeña.
Güeno, pues la chica fue creciendo y el diablo, contimás iba creciendo la chica, más se enamoraba de ella. Y como ya no encontraba medio pa robarse a la niña, fué y hizo una urnia de cristal y un anillo dormidero. Y cuando la niña andaba jugando, fué y la cogió y le puso en un dedo el anillo dormidero y la niña se durmió en seguida. Y la cogió el diablo y la metió en la urnia de cristal y fué y la tiró al mar.
Y por ai andaban pescando el hijo del rey y un pescador y vieron que bajaba un bulto por el mar. Y el hijo del rey le mandó al pescador echar la barca y ya vieron que era la urnia de cristal. Y la fueron aorillando hasta que la cogieron.
Y ya vieron que en ella había una niña muy guapa. Y meneaban pa todos sitios, pero ella no se movía. Y entonces el hijo del rey le quitó el anillo y al mo­mento se despertó. Y ella, al verse sola con ellos, empezó a gritar. Y ya le puso él el anillo y se volvió a dormir.
Y sin darles cuenta a sus padres, el hijo del rey se la llevó al palacio y la metió en su cuarto. Y allí la tenía sin que nadie lo supiera. Y el cuarto se lo barrían los criaos. Pero desde aquel día se llevaba él la llave y nadie podía entrar.
Pero un día se le olvidaron las llaves, y las her­manas di.jeron:
-Ahora podemos hacer que los criaos barran el cuarto.
Y fueron al cuarto y vieron la urnia de cristal y la dama guapa que estaba dentro de ella. Y como, la curiosidá es tan grande, fué la mayor y le quitó el anillo y al momento la niña se despertó. Y entonces ellas tiraron el anillo en el cuarto y se salieron huyendo.
Y el hijo del rey, allá onde andaba, se metió la mano al bolsillo y vió que no traía la llave de su cuarto y dijo:
-Ahora ya soy descubierto.
Y volvió a casa y ya las hermanas les habían con­tao a sus padres lo que habían visto en el cuarto. Y al llegar, lo llamaron y le preguntaron pa qué tenía a aquella niña en su cuarto. Y les contó él cómo la había encontrao y que la tenía allí con el conqué de ser su esposa. Y ellos le dijon que no, que no se podía casar con ella porque no sabían de qué linaje era, ni nada. Pero él dijo que no le importaba, que estaba enamorao de ella y que con ella se iba a casar. Y se casó con ella.
Y a los pocos meses, enfermó el rey y se murió, quedando de rey el hijo y de reina la niña, su mujer. Y entonces tuvo que irse a reinar a otro reinao y dejó a su mujer en cinta. Y tuvo la reina un niño muy guapo.
Y un día la agüela fué a por un caldo pa la reina que estaba en la cama. Y en el medio tiempo de esto, vino el diablo y le dijo:
-María, o me dices lo que vistes o me das lo que paristes.
Y la niña le contestó:
-Ni te digo lo que vi; ni te doy lo que parí.
Y entonces el diablo le arrebató al niño de los brazos y lo magulló y se lo comió, y a ella le untó los labios de carne y de sangre pa que dijeran que ella se lo había comido.
Y en esto llega la agüela con el caldo y le pregunta por el niño. Y la niña no le contesta nada. Pero ve la agüela la carne y la sangre del niño en sus labios le dice:
-Pero, desgraciada, ¿que te has comido a tu hijo?
Y la niña se consumía de dolor y de tristeza, pero no decía palabra. Y la agüela, que creía que la madre se había comido al niño, la atracó de oprobios. Y ella nada contestaba.
Y ya llegó el rey a su reino y le salieron a recibir todos, menos la reina, su mujer. De dolor y de tris­teza, ella no salió a recibir a su marido. Y la agüela le dijo al rey:
-Güena esposa que has cogido, hijo mío, Ha pa­rido y se ha comido al hijo.
Y ya le contó cómo había pasao todo. Y el rey la dijo a su madre:
-¡Qué le vamos a hacer! De sus entrañas salió; a sus entrañas volvió.
Y ya entró el rey a ver a su mujer. Y ella se le echó a los brazos llorando de dolor, pero no le dijo lo que había pasao. Y siguieron viviendo como antes.
Pero al quedar ella en cinta otra vez, tuvo el rey que irse otra vez a reinar a otro reino. Y mientras estaba el rey por allá, dió ella a luz, esta vez una niña muy hermosa, que era el vivo retrato de su madre. Y si antes estaban todos locos con el niño, más locos estaban ahora todos en el palacio con la niña. Y cuidaban a la madre y a la niña noche y día, y decía la agüela:
-No; a éste no se lo va a comer.
Mas vino el diablo como antes y buscó ocasión cuando la niña estaba sola con su niña, y la dijo:
-María, o me dices lo que vistes o me das lo que paristes.
Y la madre le contestó lo mismo que antes:
-Ni te digo lo que vi, ni te doy lo que parí.
Y el diablo le arrebató a la niña de sus brazos y la magulló y se la comió. Y la untó a la madre los labios de carne y sangre otra vez. Y la pobre madre se desmayó, consumida de dolor.
Y llegó la agüela y al verla así, empezó a dar gri­tos. Y le dijo a la reina:
-Desgraciada, te has comido otra vez a tu hijo.
Y la atracó de oprobios más que antes. Pero la madre no decía palabra.
Y en esto volvió el rey a su reino y salieron a re­cibirle todos, menos su mujer. Y ya le contó su ma­dre que su mujer había parido una niña muy guapa y que se la había comido como antes al niño. Y le dijo que era una deshonra pa el palacio tenerla allí y que tenía que despedirla. Y el rey le dijo a su madre que no podía todavía porque tenía que ir a una feria, que esperaran hasta que volviera y enton­ces harían lo que ella quería.
Y fué él a ver a su mujer, que estaba todavía en la cama enferma de pena y de dolor. Y la preguntó por qué se comía a los hijos que tenía y ella no de­cía palabra. Y entonces el rey la dijo que si no le decía, la mataba, y ella le dijo que por nada del mundo le decía lo que había pasao, que prefería la muerte. Y ya el rey dijo:
-Güeno; hay que dejarla. Al volver de la feria, veremos qué hacemos con ella.
Y el día que se marchó pa la feria, les preguntó a sus hermanas qué querían que les trajera de la feria. Y la mayor le dijo que le trajera un vestido azul de piedra, y la menor uno verde de piedras. Y fué y le preguntó a su mujer, la reina, qué quería que le tra­jera a ella. Y ella le contestó:
-A mí quiero que me traigas una piedra de dolor y un cuchillo de amor.
Y se fué el rey pa la feria. Y en el camino decía:
-Pero y ¿pa qué me pidió mi mujer una piedra de dolor y un cuchillo de amor?
Y llegó a la feria y halló fácilmente lo que le ha­bían pedido sus hermanas. Pero la piedra de dolor y el cuchillo de amor no los pudo encontrar por mu­cho que los anduvo buscando y regresó a su palacio.
Y ya al llegar a su palacio, estaba por ai el diablo gritando:
-¡A la piedra de dolor y el cuchillo de amor! ¡A la piedra de dolor y el cuchillo de amor!
Y se detuvo el rey y le dijo:
-¡Eh, caballero! ¿Cuánto quiere usté por la piedra de dolor y el cuchillo de amor?
Y el diablo le contesta:
-Dos mil duros.
Y el rey le entregó los dos mil duros y le dijo:
-Tenga usté. Dichosa ia hora que encuentro esas cosas que me pidió mi mujer.
Y le entregó el diablo la piedra de dolor y el cu­chillo de amor y se fué contento.
Y al entrar en el palacio, salieron sus hermanas a recibirle y se alegraron mucho cuando les entregó lo que le habían pedido. Y como su mujer no bajó, les preguntó a sus hermanas por qué no bajaba, y le dijon que estaba mala en la cama. Y entonces subió él a onde estaba y le dijo:
-Aquí tienes lo que me pedistes, la piedra de dolor y el cuchillo de amor.
Y ella recibió todo sin decir palabra. Ni se puso contenta ni triste. Seguía tan triste como siempre y consumida de dolor. Y ya le dijo que se podía retirar. Y cuando ella le dijo que se retirara, sospechó él algo y hizo que se retiraba, pero se escondió debajo de la cama, al cerrar la puerta.
Y cuando ella creyó que se había retirao, cogió ella la piedra de dolor y el cuchillo de amor y los puso en la mesa. Y se levantó de la cama y cogió una silla y se sentó al pie de la mesa y empezó a decirles:
-Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que en un tiempo fuí al colegio y el maestro se enamoró de mí y porque no le quise me echó en una urnia de cristal y me echó al mar?
Y la piedra de dolor y el cuchillo de amor decían:
-Sí, sí. Es verdá.
Y la piedra se partía de dolor al decir que sí.
Y luego dijo la niña:
-Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que del mar me salvó el hijo del rey y después me llevó a su casa y se casó conmigo?
Y contestaban la piedra y el cuchillo:
-Sí, sí. Es verdá.
Y la piedra se partía más y más, al decir que sí.
Y dijo después la niña:
-Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que a los pocos meses, enfermó el rey y murió y el hijo del rey quedó de rey y que tuvo que ir a reinar a otro reinao y me dejó en cinta y tuve un niño, y vino el maestro y me lo arrebató y se lo comió y me untó lo labios de la carne y de la sangre pa que todos creyeran que yo misma me lo había comido?
Y la piedra y el cuchillo contestaban:
-Sí, sí. Es verdá.
Y más y más se partía la piedra. Y entonces dice la niña:
-Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que después se volvió a ir el rey a reinar a otro reinao y me dejó en cinta otra vez y tuve una niña, y que ésta me la arrebató de la misma manera el maestro y se la comió y me untó otra vez los labios de la carne y de la sangre pa que todos creyeran que yo misma me la había comido?
Y la piedra y el cuchillo contestaban otra vez:
-Sí, sí. Es verdá.
Y la piedra ya se partía en mil pedazos, al decir que sí.
Y por fin, dijo la niña:
-Piedra de dolor, cuchillo de amor, ¿verdá que mi suegra le dijo al rey que yo me había comido a mis hijos y que le dijo al rey que me echara del palacio?
Y la piedra y el cuchillo contestaban como siempre:
-Sí, sí. Es verdá.
Y ya la piedra se estaba acabando de partirse de dolor.
Y entonces es cuando la niña cogió el cuchillo de amor en la mano y dijo:
-Si la piedra se parte de dolor, ¿cómo no se par­tirá mi corazón?
Y iba ya a clavarse el cuchillo de amor en el co­razón, cuando salió el rey de onde estaba escondido y se lo detuvo. Y,ya entonces el rey entendió cómo había pasao todo. Y le dijo a su mujer que olvidara su pena y que serían felices otra vez.

Fuente: Aurelio M Espinosa

003. España

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