Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Totalmente perdidas

Las ovejas son encantadoras, pero no son precisamente los animales más inteligentes del mundo. Siempre van una detrás de otra sin pararse a pensar si será una buena idea o no. Cuando la que va delante es María, suele no serlo.
Un día se le ocurrió a María que la hierba del prado vecino era más verde y jugosa que la del prado donde se encontraban.
-¡Vamos, chicas! -baló. ¡Seguidme!
De un salto, María pasó la valla y entró en el prado contiguo. Al momento la siguieron las demás ovejas.
Cuando llevaban una hora pastando, se le ocurrió a María mirar por encima de la tapia. Allí la hierba tenía aún mejor aspecto.
-iSeguidme! -baló de nuevo.
Se marchó y las demás ovejas corrieron detrás de ella.
Al final de la tarde, María y sus amigas se dieron cuenta de que se habían alejado mucho de la granja del viejo Martín y se encontraban ¡totalmente perdidas!
-No tengo ni idea de dónde estamos -dijo María, mirando a su alrededor. Uy, ahora no puedo pensar. Me voy a dormir.
Y claro, todas las demás ovejas se durmieron también inmediatamente.
Pero las ovejas, cuando se despiertan, tienen hambre.
Por eso, cuando María se despertó al día siguiente, se olvidó de buscar el camino de vuelta a casa y se puso a devorar sabrosa hierba. ¡Ya te puedes imaginar lo que hicieron las demás ovejas!
María cruzó el prado pastando y llegó hasta un seto. Más allá del seto había otro prado y su hierba parecía aún más sabrosa.
-¡Seguidme, chicas! -baló.
Así que con un salto y con un brinco el rebaño se metió en el prado y empezó a almorzar.
Lo mismo sucedió a la hora de la comida, de la merienda y de la cena. Hasta la hora de irse a dormir, María no se acordó de que estaban muy lejos de casa.
-Ahora debemos de estar lejísimos -baló, entristecida.
-¡Pero, maaamáóó...! -se quejó su corderito.
-Recuérdamelo por la mañana -replicó María.
-Pero, maaamááá... -lo intentó el corderito de nuevo.
-Vete a dormir, pequeño -dijo María. Mañana volveremos a casa.
-¡Pero, MAAAMÁÁÁ! -gritó el corderito con todas sus fuerzas. ¡Ya estamos en casa! ¡Mira! ¿No lo ves?
Y, en efecto, aquél de delante era el prado del viejo Martín.
El humo de la chimenea de la granja flotaba en el aire nocturno y el viejo Martín estaba de pie junto a la puerta de la verja. Sin darse cuenta, María las había llevado a todas de vuelta a casa.
Así que, aunque las ovejas no sean inteligentes, a veces tienen una forma muy inteligente de ser tontas. ¡Ya sabes lo que quiero decir!

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