Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Perdido y solo

En lo más profundo de la selva, Mungo trataba de escabullirse entre los árboles.
-Mungo, dime por favor adónde vas -dijo su madre. ¿Qué estás planeando para hoy?
-Me voy a jugar -sonrió Mungo.
-De acuerdo -dijo mamá, pero no hagas monerías.
Elefante estaba bebiendo cuando Mungo se le acercó con sigilo y le gritó:
-Hola, Elefante, ¿quieres jugar? Conozco un juego estupendo.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo se llama? -preguntó Elefante con recelo.
-Caras divertidas -dijo Mungo. ¿Qué te parece? -No sé, no sé -respondió Elefante. No sé cómo se juega.
-Es muy fácil -dijo Mungo, todo lo que tienes que hacer es poner una cara divertida. Mira, te lo enseñaré.
-Y, cogiendo la trompa de Elefante, te dio la vuelta y le hizo un nudo en la punta. ¡Guauuu, Elefante, qué cara más divertida tienes!
-¡Eh! -barritó Elefante. ¿Y cómo me quito yo ahora esto?
Pero Mungo ya se había ido.
León estaba tratando de descansar al sol cuando Mungo aterrizó de un salto y le preguntó:
-¿Quieres divertirte? Conozco un juego nuevo.
-¿Cómo se llama? -preguntó León, desconfiado.
-Caras divertidas -dijo Mungo. ¿Te animas?
-No lo sé -respondió León. ¿Cómo se juega?
-Muy fácil -dijo Mungo, todo lo que tienes que hacer es poner una cara divertida.
Y, agarrando el labio inferior de León, se lo estiró hacia arriba hasta taparle la nariz. Acto seguido, se fue corriendo entre los árboles mientras se reía.
-A mamá, ni caso -pensó. Haré lo que quiera.
Se columpió entre las ramas pero, al cabo de un rato, la sonrisa se le borró de la cara.
-No sé dónde estoy -gimió.
-Qué cara tan divertida -dijo Elefante. Seguro que gana el juego.
-No es un juego -chilló Mungo. Me he perdido y estoy solo. ¡Quiero ir con mi mamá! ¿Cómo saldré de aquí? Esto no tiene ninguna gracia.
-¿Le ayudamos? -rugió León. ¿Qué te parece?
-No estoy seguro -dijo Elefante. Me ha molestado mientras bebía.
-A mí me ha interrumpido mientras descansaba -dijo León.
-Si decidimos ayudarte -dijeron ambos, se acabaron las caras divertidas. ¿Entendido?
Mungo estaba tan feliz como no lo había estado hacía tiempo.
-Se acabaron las bromas -prometió Mungo, y les dio las gracias a los dos. ¡Perderme y quedarme solo no me ha hecho ninguna gracia!


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