Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 16 de enero de 2015

El tigre, el leon, el zorro y la gallina .630

Sucede que el tigre gobernaba a un lión, a un zorro y a una gallina.
Y en una noche, él mandó que se reunieran para ordenarles lo que iban a hacer. Entonce, le ordenó al lión:
-Usté se va a ir a trair una chiva.
Y al zorro le dice:
-Usté se va a trair una bolsa de choclos.
Y a la gallina:
-Usté se va a poner una docena de güevos, y los va a trair también.
En circunstancia que ya 'taban todos reunidos y ordenados, llega un viejito muy pobre, y pide permisio para quedarse esa noche áhi.
-Bueno -le dice el jefe, quedesé, pero va hacer mucho juego y va a preparar la cena.
Bueno... La primera en venir jue la gallina con los güevos. Le dice la gallina al viejito:
-Guarde los güevos, yo voy a dormir un ratito, hasta que venga el jefe.
Entonce, cuando se durmió la gallina, el viejito le torció el cogote y la echó en una bolsa, y echó a los güevos, lo mesmo.
Al poco rato llegó el zorro con los choclos, y también le dice que los guarde a los choclos, que él va a dormir un momento hasta que venga el jefe. Entonce, cuando se durmió, el viejo le puso un garrotazo al zorro, que casi lo mató. El viejo echó los choclos en la bolsa. El zorro echó a huir.
En seguida vino el lión con una chiva, y le dice:
-Carnielá, viejito, para que haga la cena, yo voy a dormir hasta que venga el jefe.
Cuando el lión se durmió, el viejo se sacó una ojota, alzó un poco de rescoldo en la ojota, y le tiró en las costillas al lión. El lión se mandó a cambiar huyendo. El viejo cargó con la carne también.
En eso vino el jefe, con una vaquillona, y le dice:
-Güeno, viejo, carnie esa vaquillona para que la ponga al juego.
Y preguntó por los demás empleados, si habían venido.
Entonce el viejo contestó que no habían venido, y dijo entonce el tigre:
-Hay razón para que no vengan: la gallina no ha de poner tantos güevos, al lión no lo ha de haber dejau llegar el pastor a las cabras, y el zorro no ha de poder alzar la bolsa con choclos. Entonce, yo voy a dormir un poco. Usté haga la cena hasta que venga la demás gente.
Güeno... El viejo, entonce, puso una barreta al juego. Entonce, cuando ya 'stuvo colorada, se la dentró por el upite al tigre. Entonce, el tigre, loco de dolor entró a huir también. Entonce se jueron todos, y el viejito cargó con toda la proveduría.
Al otro día se juntaron los tres, bajando al agua. Los tres que ya no podían de enfermos y de doloridos. Y que se saludaron.
-¿Y cómo te ha ido? -le dice el lión al zorro.
-Pero, mal, tío. Yo nu hi visto viejo más mano pesada.  
Me pegó un moquete, me ha dejau medio molíu, y vea, me ha bajau una oreja. Y a usté, ¿cómo le ha ido, tío?
-Pero, mal, sobrino. Yo nu hi visto un viejo más uñudo. Mi ha clavau las uñas, y me ha pelau todas las costías, las tengo lastimadas, que no puedo más. Y a usté, tío tigre, ¿cómo le ha ido?
-Pero mal, sobrino. Yo nu hi visto viejo más dedo caliente. Me ha metíu el dedo en el upite, y me ha dejau ardiendo, lastimau, que no sé qué hacer de dolor. ¿Y la gallina?
-¡Ah, de ésa tiene que haber dau cuenta el viejo!
De miedo, ni se animaron más a allegarse a donde 'taba el viejo.

César Domínguez, 44 años.

El Arenal. La Carolina. Pringles. San Luis, 1939.

Cuento 630. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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