Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

viernes, 6 de febrero de 2015

El amigo pescado, el amigo cóndor y el amigo zorro .1083

(Los animales protectores)

Éste era un joven que se fue a rodar tierra.
Había hecho mucho mal este hombre, pero después se arrepintió y se volvió un hombre buenísimo. Y juró hacer bien a toda la humanidá y a cualquier bicho. Y salió con una bolsita al hombro a correr el mundo. Y se fue.
Había caminado mucho y se arrimó a un río a tomar agua. Y en ese momento saltó un pescadito afuera del agua. Y el pescadito se moría. Pero como este hombre había jurado hacer el bien, se levantó y agarró el pescadito y lo echó al agua. Inmediatamente vio que el agua empezó a arremoliniar y vio que el pescadito sacó la cabeza y le dijo:
-Mirá, amigo, yo estoy tan agradecido porque me has salvado la vida, y sabrás que soy el rey de los pescados. Y por eso, cuando algún día te encuentres en algún apuro decí: Dios y mi amigo el pescadito. Y en seguida me tendrás para servirte.
El pescadito se hundió y el hombre siguió su camino sin hacer caso.
A poco de andar, después de unos días, encontró a un cóndor, con el ala quebrada, que 'staba muriéndose porque no podía cazar. Y dice el hombre:
-Pucha, me voy a llevar este bicharraco y lo voy a curar.
Y así lo hizo, para lo cual le entablilló el ala, le ató con unas fibras las maderitas del entablillado, lo puso sobre el hombro y siguió viaje. Le cazaba perdices y le daba de comer. A los pocos días el cóndor empezó a probar a ver si podía manejar el ala. Él seguía mante-niéndolo hasta que un día el cóndor salió volando. Remolinió un poco y se bajó, y le dijo:
-Te agradezco mucho que me has salvado la vida. Yo soy el rey de los cóndores. Escuchá bien lo que te digo: Si alguna vez te ves en algún apuro, decí: Dios y mi amigo cóndor, que yo estaré a tu lado para socorrerte.
El hombre no tomó mucha atención y siguió viaje.
A poco andar encontró también un zorro con la pata quebrada. Lo agarró al zorro y también le entablilló la pata, lo curó y lo llevaba de tiro con una cadenita. Cuando el zorro 'tuvo curado, se despidió y le dijo que si alguna vez estaba en un apuro, que diga: Dios y mi amigo el zorro, y que estaría ahí, en seguida, para servirlo. Se despidieron y siguieron viaje.
El hombre siguió. Después de unos días de viaje se encontró a la entrada de una ciudá muy grande, de mucho movimiento. Entró y al primero que encontró le preguntó qué novedades había en ese pueblo. Entonce ése le dijo:
-Hombre, la novedá que hay es muy sabida, siempre la misma.
-¿De qué se trata esa novedá?
-Que la hija del rey ha hecho juramento de casarse con el que se esconda en un lugar que ella no pueda adivinar. Y el rey le va a regalar el palacio y muchas riquezas.
Al oír esto, el joven tomó en seguida rumbo al palacio del rey donde se presentó y dijo que venía a buscar a la princesa para esconderse. Entonce la princesa habló con él y le dijo:
-Si te encuentro, sabé que te cortarán la cabeza y si no te encuentro te casarás conmigo. De modo que desde ya puedes esconderte, que tendrás veinticuatro horas de plazo.
Entonce el joven empezó a caminar y a buscar refugio. Entonce se acordó del pescadito y le dijo:
-Dios y mi amigo el pescadito.
Él estaba a la orilla del mar, y apareció un pescado grandote. Se había criado el pescadito. Al verlo al joven le dijo el pescado:
-Oh, mi salvador, ¿en qué le puedo ser útil?
A lo que le contestó él:
-Me he comprometido a esconderme en un lugar que la Princesa de este palacio no me pueda encontrar. Quiero que me digas dónde puedo ocultarme.
-Ni una palabra más. Subite sobre mí, que yo te voy a llevar a las profundidades del mar y te voy a ocultar donde no te pueda ver nadie.
Entonce el joven se subió en el pescado y el pescado se sumergió con él, a unas oscuridades muy hondas y lo metió en unas rocas.
Al momento que salió la Princesa a buscarlo. Sacó un gran teodolito que tenía para buscar hasta el último rincón de la tierra y del cielo. Entonce miró por toda la tierra hasta el último rincón y le dice al Rey:
-Sabes, papá, ¿que no lo veo? Estoy segura que en la tierra no está.
Siguió buscando por todos lados.
-Busca bien -le dice el padre, que ya faltan cinco minutos para vencer la prueba. Busca en el mar.
Y volvió la Princesa con el teodolito y miró al mar, y ya en el último momento dice:
-¡Oh!, ¡papá!, ¿ves? ¿Sabes dónde está? En aquellas oscuridades, entre las algas de aquellas rocas tan profundas. ¿Cómo se habrá escondido ahí?
Llegó la hora indicada para ver si lo habían visto. Y se presentó el joven al palacio. Y apenas lo vio la Princesa le dijo:
-Joven, te felicito, te habés escondido muy bien.
-Y... ¿dónde estaba?
-Allí, en aquella profundidá del mar, en aquellas rocas llenas de algas. Pero, no te asustes. Te vamos a dar otra prueba, que te vuelvas a esconder.
Al otro día se fue, y andaba caminando muy preocupado. Y en lo que iba se acordó del cóndor, y ahí lo llamó:
-Dios y mi amigo el cóndor.
Y el cóndor se presentó al momento y le dice:
-¿En qué te puedo ayudar? Mi salvador, manda lo que quieres.
Le refirió lo que le pasaba con la Princesa y que si no lo hallaban esta vez le cortaban la cabeza. Y Entonce el cóndor dijo:
-No te asustes, yo te voy a ocultar en un lugar que no te va a encontrar la Princesa. Subite sobre mí, y agarrate del tronco de mis alas.
Y ni bien estuvo sentado el joven, el cóndor se elevó a las alturas. Y en aquellas alturas había una tormenta borrascosa, oscura, donde el cóndor lo llevó, entre esas nubes muy oscuras, que no se vía nada. Áhi lo dejó y le dijo:
-No te asustes, que yo te voy a venir a buscar a la hora que tenés que presentarte.
La Princesa sacó su teodolito y buscó por la tierra hasta el último rincón, y nada; buscó en el mar hasta el último rincón, y nada. Entonce le dice el Rey:
-Pues, hija, buscalo pronto, que faltan unos minutos. Estará en el cielo, seguramente.
Entonce la Princesa dirigió su aparato al cielo y lo vio entre los nubarrones. Y le dice al Rey:
-Mirá, papá. Mirá dónde está. Está entre aquellas nubes. Ahí está escondido.
Cuando llegó la hora, el joven se presentó al palacio y le preguntó a la Princesa:
-¿Me vio?
Ella lo felicitó otra vez y le dijo:
-Joven, usté se esconde muy bien pero ¿cómo hizo para esconderse en las nubes? Es la primera vez que veo una persona que tenga tanto poder. Pero no te aflijas, no te desanimes, te vamos a dejar la última prueba, que te vuelvas a esconder.
Al otro día el joven andaba desesperado por el campo y se acordó de golpe del zorro y dijo:
-Dios y mi amigo el zorro.
Y al momento se presentó el zorro, gordo y grandote, claro, era el Rey de los zorros, y al verlo le dijo:
-¡Oh!, ¡mi salvador! ¿En qué te puedo ayudar?
Y entonce el joven le contó que estaba en peligro de muerte, que se había escondido dos veces con la ayuda del Rey de los pescados y del Rey de los cóndores, y que ésta era la vencida. Entonce le dijo el zorro:
-No te aflijás, ya vamos arreglar todo.
Pego un grito el zorro y entonces empezaron a llegar zorros de todas partes, de todas direcciones y se formó un ejército de zorros, y les dijo:
-Hagan una cueva acá que corra hasta abajo de la tierra, a los pies de la Princesa, donde está ella con su teodolito.
Y los zorros empezaron a cavar y a sacar la tierra hasta que quedó hecho un túnel, hasta los pies de la Princesa. Entonce le dice el zorro:
-Metete en esta cueva y caminás hasta que se acabe, que da justo a los pies de la Princesa. Y ahí te quedás tranquilo y esperás hasta que sea la hora de presentarte, y te sales y te presentas a la Princesa.
Y el joven se metió en el túnel y el zorro se quedó esperando.
La Princesa dirigió el telescopio a la tierra y no lo vio al joven; lo dirigió al mar y tampoco lo vio; lo dirigió a las nubes y tampoco lo vio. Y la Princesa y el Rey es taban desesperados, pero no lo vio. Pasó el tiempo, y el joven salió de la cueva y se presentó. Entonce el Rey le dice a la Princesa:
-Decile que lo has visto.
Entonce la Princesa le dijo que lo había visto. Y él le dijo:
-Y, ¿dónde 'taba?
-Entre las rocas del mar -le dijo ella.
-No -le dijo él, yo estaba abajo de tus pies y no me has visto.
-Y ¿cómo me lo compruebas?
Y ahí le hizo ver el túnel y quedó comprobado. Pero el Rey dijo que su hija no se podía casar con ese joven pobre y que no sabía de dónde era.
Entonce se presentó el zorro al Rey y le dijo:
-Es necesario que dejes casar a este joven con la Princesa porque ha ganado en buena ley la prueba.
A lo que el Rey le contestó:
-Dejate de molestar si aprecias en algo tu vida.
Y el zorro le dijo:
-Yo soy tan Rey como vos, yo soy el Rey de los zorros y si no dejas casar a la Princesa con el joven dentro de unas horas se derrumbará tu palacio.
El zorro pegó un grito y llegó nuevamente un ejército de zorros. Y les ordenó:
-Caven los cimientos de este palacio hasta que se derrumbe.
Y comenzaron a cavar los zorros y cuando vio el Rey el peligro no tuvo más remedio que decir que se casaran. Y se casaron los jóvenes y hicieron una gran fiesta. Y yo estuve en la fiesta que duró varios días y después yo me vine al Chubut.

Baldomero Terraza, 73 años. Rawson. Chubut, 1959.

Muy buen narrador; tiene fama en la región, en donde son muy pocos los narradores. Toda la Patagonia ha sido colonizada a principio de nuestro siglo.

Cuento 1083. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 072

No hay comentarios:

Publicar un comentario