Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de febrero de 2015

Caranchi, trai mi muñeca .982

Había una vez una mujer que tenía una hija que se pasaba todo el día jugando con las muñecas y no la ayudaba en nada. Un día estando jugando, vino un caranchi y le alzó una muñeca; entonces la chica lo salió corriendo, mirando la sombra del caranchi, y gritandolé:
-¡Caranchi, trái mi muñeca! ¡Caranchi, trái mi muñeca! -hasta que por fin el caranchi se asentó en un árbol y se metió en el nido.
La chica se subió al árbol, le quitó la muñeca, mató al caranchi y cuando se bajó no supo para dónde era su casa.
Caminó y caminó hasta que llegó a una casa. En ese momento no había gente. Vio una olla en el fuego y como tenía hambre, cocinó, comió y se escondió debajo de una batea.
A las doce vinieron los dueños de casa que eran dos hermanos muy unidos. Vieron que la comida estaba preparada y buscaron a ver quién la había hecho, hasta que vieron un pedazo del vestido de la niña que salía de la batea. La levantaron a la batea y encontraron a la niña. Ella les contó lo que le pasaba y ellos dispusieron cuidarla como una hermana. Ellos todos los días salían a trabajar y ella preparaba la comida, atendía la casa y todos vivían felices y contentos. En la casa tenían un gato y le dijeron a la niña que nunca le mezquine carne. Cuando cocinaba, el gato iba donde ella estaba y le daba carne para que se retire. Un día no le quiso dar. Entonces el gato fue a la cocina y le meó el fuego. Como la niña no tenía con qué hacerlo prender tuvo que ir a una casa que estaba lejos y que era de una bruja. Pero cuando ella fue, la bruja no estaba y una hija de la bruja que era muy buena, le dio fuego y además un peine, un jabón y una aguja, para que le tire si la bruja la perseguía.
Cuando volvía vio que la bruja la iba alcanzando. Entonces le tiró con el peine y se hizo una montaña. La niña aprovechó y siguió su camino. Cuando quiso volver a alcanzarla le tiró con el jabón y se hizo una neblina muy grande. Cuando pudo pasar la neblina y ya la iba a alcanzar, la niña le tiró con la aguja y se hizo un pencal que no se podía pasar. Mientras tanto la niña alcanzó a llegar a la casa y se encerró adentro y cerró la puerta. Cuando llegó la bruja le pedía por favor que salga, que no le iba hacer nada, que la quería conocer. Pero la niña no salió y le echó los perros y éstos la mataron a la bruja.
La niña salió, cocinó y vio que detrás de la casa donde la bruja había meado, había un cebollar muy lindo. Entonces cortó y le echó a la olla.
Cuando vinieron los hermanos, ella nada les contó y todos comieron. Después que comieron los dos hermanos se hicieron una yunta de bueyes. La niña se quedó solita y muy triste. Cuidaba muy bien sus bueycitos, hasta que un día vino un rey, se enamoró de ella, se casaron y la llevó a su palacio junto con la yunta de bueyes. Ella le pidió que nunca los haga trabajar.
Vivían felices. Tuvieron un hijo. Un día estaba sentada junto a un estanque y fue una negra que tenían de sirvienta a trair agua. Se miró en el espejo del agua, y en lugar de verse su figura, vio la de la Reina, y entonces dijo la negra:
-¿Yo tan linda voy a ser sirvienta de una Reina tan fiera?
Cuando volvió se ofertó de espulgar a la Reina y mientras conversaba y la espulgaba, le clavó un alfiler en la cabeza. La Reina se hizo una paloma blanca y se voló. Cuando vino el Rey quedó sorprendido al verla, pues la negra pícara se había adornado y vestido con las ropas de la Reina, y le pregunta por qué estaba tan negra, y le contesta que por los soles, los vientos y los malos pagamientos.
Después le dice al Rey que esos bueyes ya han descansado mucho y que los haga trabajar. Entonces el Rey los hace atar al carro y acarriar cal y canto.
Un día, mientras el peón andaba trabajando con los bueyes, llega una palomita blanca y se asienta en un poste y le pregunta:
-¿Qué hace el Rey?
El peón le contesta:
-Charlando y chanciando con su mujer.
Después pregunta:
-¿Qué hacen los bueycitos?
Y el peón le contesta:
-Acarriando cal y canto para el Rey y su señora.
Después vuelve a preguntar:
-¿Qué hace el niño?
-A ratos llora y a ratos calla.
Entonces la palomita dice:
-Llora, llora, hijo de mis entrañas, que tu madre llora por las montañas.
Al decir esto se voló.
Al otro día vuelve la palomita, se asienta en el poste y le pregunta por el Rey, los bueycitos y el niño, y el peón le contesta lo mismo.
Cuando vuelve a comer le avisa al Rey lo que dice la palomita. Entonces el Rey manda a poner pega donde se asienta. Al otro día vuelve otra vez la palomita y pregunta lo mismo al peón, pero cuando quiere volar no puede porque está pegada. El peón la lleva donde está el Rey. La negra pícara decía que larguen o maten ese animal porque puede ser brujería. Pero el Rey la espulgaba y acariciaba hasta que le encontró un alfiler en la cabeza. Se lo sacó y la palomita se hizo la Reina que era antes y contó todo lo que le había pasado. Entonces el Rey muy enojado con la negra, mandó a traer dos potros chúcaros y atar a la negra, y largarlos al campo a todo correr para que la maten. Desde entonces vivieron contentos y felices hasta que yo me vine y entré por un zapato roto para que usté me cuente otro.

Avelina de Luna, 80 años. Chulo. General Gordillo. La Rioja, 1950.

Figura en el cuento el motivo de la fuga mágica.

Cuento 982. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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