Una vez, un rey fue al
bosque y se sorprendió al ver qué alta había crecido la hierba, más alta
incluso que él.
-¡Qué barbaridad!
-exclamó. Dime, hierba: ¿por qué creces tan alta?
Y la hierba respondió:
-Porque el rebaño no
viene a pastar al bosque.
El rey mandó llamar al
rebaño y dijo:
-¡Qué barbaridad! ¿Por
qué no vais a pastar al bosque, donde la hierba crece muy alta?
El rebaño respondió:
-Porque el pastor no nos
lleva.
-¡Qué barbaridad! Y tú,
pastor, ¿por qué no llevas al rebaño a pastar al bosque, donde la hierba crece
muy alta?
-Porque soy demasiado
débil. Y el campesino no me da de comer bastante arroz.
-¡Qué barbaridad! Y tú,
campesino, ¿por qué no le das de comer al pastor bastante arroz? Está débil
como un junco y no puede llevar al rebaño a pastar al bosque, donde la hierba
crece muy alta.
-No es culpa mía,
Majestad. Ya no me quedan recipientes para guardar el arroz, porque los ratones
me los han roído todos.
-¡Qué barbaridad! Y
vosotros, ratones, ¿por qué habéis roído los recipientes del campesino?
-Porque los gatos no nos
cazan. Somos demasiado numerosos y no tenemos más remedio que roer lo que se
pone al alcance de nuestros dientes.
-¡Qué barbaridad! Y
vosotros, gatos, ¿por qué no cazáis ratones?
-Porque son demasiado
sucios, Majestad. Los ratones no se lavan nunca, huelen que apestan y tenemos
que apartar el hocico.
Entonces, el rey ordenó a
los ratones que se lavasen. Los ratones se lavaron y los gatos volvieron a cazarlos.
Los recipientes del campesino quedaron a salvo y tuvo de nuevo arroz para darle
al pastor. El pastor comió hasta saciarse, ya no estuvo tan débil como un
junco y llevó a su rebaño al bosque. El rebaño masticó la hierba y la hierba
ya no volvió a crecer tan alta y el rey se puso muy contento.
004. anonimo (india)
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