Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 17 de junio de 2012

Un embajador digno

Yan Zi fue nombrado embajador del rey Chi y enviado al vecino reino Chu, cuyo monarca era pre­potente y despreciaba a los países más débiles. Sentía bastante hostilidad por el país que representaba el embajador Yan Zi debido a la guerra que habían sos­tenido durante muchos años. Por lo tanto, cuando le anunciaron la llegada del nuevo embajador, preparó varios planes para humillarlo.
Como Yan Zi era bajo de estatura, el rey ordenó abrirle sólo la puerta pequeña del acceso lateral de la capital el día de su llegada. El embajador, indignado por el desprecio, se negó a entrar diciendo:
-Soy embajador acreditado de un reino y no de una perrera. Si éste fuera un país de canes, aceptaría entrar por este hueco.
Al oír eso, el rey no tuvo más remedio que or­denar que le abrieran la puerta principal. Sin embar­go, no abandonó el plan de humillarlo. Durante la entrevista con Yan Zi, el rey mostró su menosprecio sin ningún tapujo.
-¿Será posible que no tengan otra persona más adecuada para tener que mandarle a usted aquí como embajador?
La indignación ante tan evidente menosprecio no le hizo perder la cabeza a Yan Zi, quien con un tono sereno le respondió:
-En mi país hay una tradición: los embajadores acreditados en los países de soberanos sabios tienen que ser muy competentes. En cambio, siendo yo tan deficiente, sólo puedo venir a su reino.
Un tanto sorprendido con la habilidad mental y la ferocidad de sus respuestas, el agresivo rey no se dejó impresionar por la inteligencia del nuevo emba­jador, a quien tenía preparado otro ardid para humi­llarlo. Hizo una señal con la mano, tras la cual un guardia trajo a un detenido y le informó a viva voz:
-Majestad, éste es un ladrón, inmigrante del reino Chi.
El monarca se puso a reír a carcajadas lleno de satisfacción.
-Ya lo creo. Por lo visto, los habitantes de Chi no son más que unos ladrones. Ja, ja, ja...
Yan Zi no se dejó abrumar por el trato humillan­tes; con tono tranquilo y voz grave, dijo:
-Los naranjos que crecen al sur del río Yantsé dan unas frutas jugosas y dulces. Pero, al ser tras­plantados aquí en el norte, sus naranjas son incomes­tibles, porque las condiciones han cambiado total­mente. Los habitantes de Chi son honrados y nunca roban a nadie. Pero, curiosamente, al venir aquí se han habituado a convertirse en ladrones.
El rey Chu se encogió de hombros sin saber qué decir.

 005. Anonimo (china),

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