Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 17 de junio de 2012

Los bonzos


En la sagrada montaña de Omei había instalados un gran número de monasterios, tanto de grandes como de pequeñas dimensiones. Pero no sólo sus di­mensiones eran distintas, sino también la fortuna de sus bonzos. Los bonzos de los monasterios peque­ños eran pobres, en tanto que los de los monasterios grandes eran ricos.
Cierto día, un bonzo pobre acudió a despedirse de algunos bonzos conocidos de uno de los monas­terios grandes, ya que había decidido emprender una larga peregrinación que le llevaría varios meses y no pocas dificultades, pues debía atravesar elevadas montañas y caudalosos ríos.
Un bonzo rico que oyó el proyecto se interesó mucho por el mismo, y rogó al bonzo pobre que le pusiera al corriente del mismo con detalle. Tras escu­char el programa de la peregrinación con mucha atención, el bonzo rico preguntó al pobre:
-Para un viaje tan largo y complicado, ¿qué va a llevar usted?
El bonzo pobre contestó:
-Lo que siempre poseo y llevo. Es muy simple. Me haré acompañar de mi escudilla para los alimen­tos y mi jarrito para el agua. Cuando tenga sed, to­maré agua con el jarrito de los arroyos, y cuando tenga hambre, mendigaré con mi escudilla.
El bonzo rico explicó entonces:
-Desde hace tiempo quiero llevar a cabo esta peregrinación. Llevo muchos años queriendo em­prenderla, pero nunca termino de prepararme del todo, pues siempre noto que me falta algo que lle­varme. Esta peregrinación es larga y complicada y no se puede tomar a la ligera. Pero no quiero dejar pa­sar más tiempo y muy pronto yo mismo haré la pere­grinación.
El bonzo pobre partió de viaje. Estuvo fuera na­da menos que casi un año, pues el trayecto era real­mente diñcil e incluso no exento de algunos riesgos.
El bonzo pobre regresó a la santa montaña de Omei. Decidió enseguida ir a visitar a los bonzos del monasterio grande en el que había estado antes de su partida, y se encontró con el bonzo que también deseaba hacer la misma peregrinación.
-¿Qué tal ha ido la peregrinación? -preguntó el bonzo rico.
-No fue fácil, pero así los méritos acumulados habrán sido mucho mayores. Estoy muy contento de haber peregrinado -hizo una pausa y preguntó-: Pero ¿y usted?
-Por lo que a mí respecta -contestó el bonzo ri­co- todavía no he conseguido acabar con mis prepara­tivos. Sigo en ellos con miras a hacer la peregrinación.

 005. Anonimo (china),

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