Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 17 de junio de 2012

Los importunos


Las dos doncellas pasean lentamente por el jardín; sus túnicas de fino bro­cado amarillo y azul al pasar por entre las flores levantan un suave frufrú. Es un ruido íntimo y acariciador que in­vita a l.aa dulce confidencia.
-Oh amiga mía -está diciendo en este momento una de ellas-, no sabes cuánto me alegra poder confiarte por fin mi secreto. Aquí nadie nos oye, mira...
-Honorable doncella -dice en aquel momento un criado que acaba de llegar-, vuestro padre quiere habla­ros y me ha ordenado que os venga a buscar. Siento tener que interrumpir vuestro paseo, mi ama.
-¡Ay amiga mía, cuánto lo siento! Hoy no puedo revelarte mi secreto. Tendrá que ser otro día...
Las dos doncellas pasean de nuevo por el jardín. Contentas y alegres se sientan junto al estanque.
-Por fin podré confiarte hoy mi se­creto -dice la que lleva la túnica co­lor de melocotón encendido-, tenía tantas ganas de contártelo, verás...
-¡Ama, amita! Ha llegado vuestro hermano ahora mismo. La alegría que reina en la casa es indescriptible. ¡Corred, venid a salu-darle!
-Amiga mía, no sabes cuánto lo siento. Tampoco hoy podré revelarte mi secreto.

Las dos amigas pasean alegres por entre los árboles frondosos que extien­den sus ramas sobre ellas.
-Por fin podré revelarte el secreto, ocurre que...
-Honorable ama, entrad un mo­mento, por favor. Vuestra madre desea que probéis un manjar exquisito que acaba de hacer nuestro buen coci­nero...

El sol ilumina todo el jardín, las flores de encendidos colores lucen es­plendorosas sobre sus finos tallos sus corolas de graciosos pétalos; las dos muchachas corretean alegres, sus ale­gres risas se esparcen por el aire como las melodiosas notas de un laúd. Por fin, cansadas, deciden sentarse bajo un espléndido melocotonero cuyas rosa­das flores perfuman el jardín.
-Ahora voy a contarte mi secreto -dice la más joven, la que viste la tú­nica color de miel-, ocurre que...
-¿Qué te pasa? ¿Por qué no prosi­gues? Nadie ha venido a llamarnos, nada turba la paz de este jardín lleno de aromas de primavera y nadie nos escucha.
-¿Tú crees?
Al decir esto la linda muchacha de la túnica color de miel mira fijamente hacia una de las ramas del florido me­locotonero. Entre el ramaje un loro de vivos colores y espléndido pico no cesa de mirar fijamente a las dos mucha­chas.
En aquel preciso instante lanzando un estridente chillido empieza a parlo­tear sin descanso una enfadosa canti­nela: «Ahora voy a contarte mi se­creto, ahora voy a contarte mi secre­to...»

005. Anonimo (china),

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