Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 22 de enero de 2015

Los animales domesticos y el tigre .623

Una señora vieja, que tenía una hija que tenía cuatro animales, que era un cabro, un gato, un gallo y un pato.
La muchacha todos los días salía en busca de trabajo y a la vuelta traía diferentes cosas para comer. Le decía a la madre:
-Guardá un poco, mamá, para mañana.
Pero la madre no quería atender a la hija. Comía todo. Si era cosa de comer decía:
-¡Vamo a comé!
Si es yerba decía:
-¡Vamo a tomá mate!
Un día dijo:
-Hoy vamo a comé todo. Mañana hemos de matá tu gallo.
-Pero, tiene, mamá, que aprendé a guardá -dice la muchacha.
Despué la muchacha le dice al gallo:
-Andate, mi hijo, en el monte, porque tu agüela te amenaza con matate mañana.
Se levanta la vieja y le dice a la muchacha:
-Vamo a matá tu gallo.
Se levanta la muchacha y va en busca del gallo. No lo encuentra y le dice a la vieja:
-¿No ve, mamá?, Dios nos castiga. Se perdió el gallo porque le amenazó al animalito.
Entonce la madre le dice:
-Andate a buscá trabajo, entonce.
Se va la muchacha. Todo el santo día trabaja sin tener descanso. Viene por la noche recién y trae de todo a la vieja, y le dice:
-Guarde un poco, mamá, para mañana.
La vieja le dice:
-Vamo a tomá mate y a comé, que mañana hemo de comé tu pato.
Se levanta la pobre muchacha a la noche y le dice al pato:
-Andate, hijo, a onde 'tá tu hermano, que tu agüela amenaza matate.
Temprano se levanta la vieja y le dice:
-Andá matá tu pato.
Se hace la muchacha que no sabe nada. Lo busca y no lo encuentra. Entonce le dice:
-¿No ve, mamá? Todos los animalitos se van a dir por culpa suya, porque usté lo amenaza.
Entonce ella le dice:
-Güeno, andate a trabajá, entonce.
-Güeno, mamá -le dice.
Todo el día trabaja la pobre muchacha. A la noche le trae de diferente cosa para comé. Le dice:
-Acá le traigo, mamá. Pero no coma todo. Dejamo un poco para mañana.
-Comemo todo, no dejamo nada, que mañana comeremo tu cabro.
La muchacha va y le dice a la noche al cabro:
-Andate, mi hijo, a onde 'tan tus hermanos, que tu agüela te amenaza matate.
Se levanta temprano la vieja y le dice:
-Andá traé tu cabro.
Se fue la muchacha a buscá el cabro. Viene y le dice:
-¡Pero, mamá!, por culpa suya se me van mi animalito. Entonce la vieja le dice:
-Güeno, andate a trabajá, entonce.
Al otro día sale a trabajá la pobre muchacha. A la noche le trae para comé y le dice:
-¡Pero no coma todo, mamá! Deje un poco para mañana, que yo estoy cansada de trabajá.
La vieja le dice:
-¡Qué mañana, ni qué nada! ¡Mañana comeremo tu gato!
La pobre muchacha se levanta a la noche y le dice al gato:
-Andate, mi hijo a onde 'tán tus hermanos, que tu agüela te va a matá.
Al otro día se levanta temprano la vieja y le dice:
-Andá traé tu gato.
La muchacha sale a buscá el gato. Viene y le dice a la vieja:
-¿No ve, mamá, que por usté me quedé sin ninguno de mis animalitos?
Se jueron por fin los cuatro animalito. Se encontraron en un tapera. Se hicieron gauchillos los cuatro. Se jueron a onde era la posada de dos tigres.
Llegó la noche. Dijo el gallo:
-Yo voy a dormí allá arriba, en aquella ramada, porque muy pronto, temprano, suelo cantar.
Dice el pato:
-Yo voy a dormí cerca de esa laguna porque pronto me suelo bañar.
Dice el gato:
-Yo voy a dormí cerca del juego, porque pronto me suelo calentar.
Dice el cabro:
Yo voy a dormí en aquel chiquero porque pronto suelo estar de cuerpo.
Por la noche se arrimaron los dos tigres. El gato estaba durmiendo cerca del juego. Los tigres empezaron a soplar el juego queriendo distinguí éste que estaba ahí, durmiendo. En una de ésas se despertó el gato, y en la oscuridá le pegó por la cara al tigre, le hacheó con la uña. Y disparó el tigre y le dice al otro tigre:
-Vamo, compañero, porque acá hay gauchillos. Uno me cortó en la cara.
Al pasar por abajo de la ramada cantó el gallo. Más juerte dispararon. Pasaron por cerca del chiquero. Salió el cabro. Le atracó un bote y patadas. Más juerte dispararon. Pasaron por cerca de la laguna, y el pato dijo: ¡cuá!, ¡cuá!, ¡cuá!, y ellos oyeron que decía:
-¡Acá se va! ¡Acá se va! ¡Acá se vá!
Salieron disparando los tigres; más fuerte se ían.
Al otro día el señor cabro salió en busca de hojas para comer y se encontró con una osamenta de tigre. Y se le ocurrió ensartar por l'asta y la trajo a la tapera. Y vinieron los tigres a la tarde siguiente y encontraron ahí el cadáver del otro tigre. Ellos creyeron que eran los gauchillos que estaban ahí, que lo mataron al tigre. Entonce salieron disparando de miedo. Creyeron que eran los gauchillos que fundieron al tigre y que los ían a fundir a ello también. Y se quedaron dueño de la casa lo animalito.

Bernardina Fernández, 71 años. Villa Pellegrini. Iberá. San Martín. Corrientes, 1952.

Campesina rústica. Muy buena narradora.

Cuento 623. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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