Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

domingo, 10 de junio de 2012

El león (1)

Cualquier pollensín sabrá explicar al curioso por qué aque­lla calle, cerca del puente romano, ostenta el extraño nombre de El León. Sorprendente toponimia para una vía de aquella villa isleña que, de seguro, no conoció nunca a lo largo de su historia la presencia de ningún tipo de fieras.
En aquella calle, cuando la identificaba otro nombre, vivía la hermosa Ana María. Le delicada belleza de la joven hallaba su complemento en la robusta persona de Bernardo, su enamorado, que no era aceptado sin embargo por la madre de la muchacha, dispuesta siempre a cualquier estratagema con tal de destruir aquel amor. Un día, la intrigante madre, ofreció un extraño be­bedizo a Bernardo que debía hacerle cambiar la imagen de su hija, borrando los sentimien-tos que hacia ella sentía.
Y así, Bernardo no volvió y, sin acordarse para nada de Ana María, entregó su amor a otra moza a la que acudía a galantear cada tarde al terminar sus faenas en el campo. Para mayor des­consuelo de la olvidada Ana María, al regresar Bernardo a la ano­checida, cuando las primeras sombras se cernían sobre Pollença, pasaba junto a la casa de su antigua novia sin reparar en ella y sin, al parecer, recordar los momentos dichosos que viviera otro­ra junto a la mujer que amaba.
Una noche Ana María, hurtando la vigilancia de su madre, esperó el paso del muchacho decidida a entrevistarse con él y conocer el motivo de su, para ella, inexplicable cambio. Le siguió a pocos metros, alejándose de su casa y esperando el momento adecuado para abordarle. Bernardo oyó tras él el rumor de unos pasos y se volvió de repente. La sangre se heló en la venas del mozarrón cuando comprobó que no era ningún humano quien iba tras él sino un impresionante león que le miraba con encendidos ojos. El bebedizo que le dieran, presentaba así al antiguo enamo­rado la imagen de Ana María. Como pudo, venciendo la rigidez de sus músculos, Bernardo echó a correr hacia el pueblo y refirió a gritos su extraña aventura. No debió lograr mucha credibilidad el joven cuando nadie se ofreció a acompañarle; le aconsejaron, eso sí, medio en broma medio en serio, que la próxima vez se armase de un afilado puñal y, ya que tenía fama de fornido, hicie­ra frente a la bestia si volvía a acosarle.
Bernardo tomó en cuenta aquella advertencia y a la siguien­te noche, emprendió el camino de regreso a Pollença. Al aproxi­marse a aquella calle, el corazón latió con más fuerza que de costumbre y su mano buscó el tran-quilizador contacto de la daga. Al poco tiempo Ana María comenzó a seguirle y sus pasos reso­naban suavemente, como un eco de los del hombre. Toda la aco­metividad de Bernardo se esfumó al comprobar que nuevamente era seguido por el león y, sin fuerzas para hacerle frente, echó a correr buscando la salvación de las cercanas casas. Ana María co­rrió también tras él, dispuesta a no dejarle marchar y llamándo­le angustiadamente: ¡Bernardo!, ¡Bernar-do! Pavorosos rugidos resonaron en los oídos del joven que, alocado, en un último ins­tinto de supervivencia, esgrimió el puñal y esperó a pie firme la embestida de la fiera.
Una, dos, tres... puñaladas desgarraron el pecho del león y bañaron de su caliente sangre la mano del hombre, que ya corría de nuevo hacia el pueblo gritando en su delirio la victoria obte­nida sobre el animal y mostrando la prueba fehaciente: el arma ensangrentada.
Ana María apareció muerta a la mañana siguiente. De su pe­cho, apuñalado, había manado un charco de sangre.
El destino del muchacho y el de la madre quedan sumidos en la oscuridad del olvido.
En Pollença, el lavadero público sito en la encrucijada de las calles de Gruat y de la Huerta, es conocido con el raro nom­bre de El Lleó. Un poco más lejos, una calle, cerca del puente romano, está rotulada con el mismo título. ¡Extraño! Sin embar­go, cualquier pollensín sabrá explicar de donde proviene.

Fuentes:
Miguel Bota Totxo: Leyendas y tradiciones de Pollensa.

092. Anonimo (balear-mallorca-polleça)

No hay comentarios:

Publicar un comentario