Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Maui y Hina

En tiempos antiguos vivía en Takaroa, una de las islas de Tua-motu, un hombre llamado Maui. Su nombre significaba «roto» y así era su aspecto: como si estuviera roto. Tenía la cara torcida, la espalda doblada en una joroba y rengueaba al caminar.
Pero nadie era tan poderoso como Maui: nadie tenía sus poderes mágicos, su habilidad, su inteligencia. Hubo una época en que el sol andaba tan rápido por el cielo que los hombres apenas habían tenido tiempo de levantarse cuando la oscuridad volvía a reinar. Maui consiguió atrapar al mismísimo sol en sus redes, y le dio tal paliza que desde entonces el astro rey anda despacito, rengueando, y tarda veinticuatro horas en dar una vuelta completa. Gracias a eso la luz del día dura lo suficiente como para que todos podamos llevar una vida normal.
Maui tenía un hermano llamado Kuri y en este punto era donde
empezaban los problemas. Porque Kuri era muy buen mozo y atractivo: todas las mujeres se enamoraban de él. En cambio, a pesar de todos sus poderes, Maui no tenía suerte con las jóvenes de la isla. Y pasó mucho tiempo antes de que una chica se sintiera atraída por él. Fue la hermosa Hina y pronto los dos vivían juntos en una cabaña cerca del mar.
Todas las noches Maui salía a pescar. Era un gran pescador y atrapaba los mejores peces, los más grandes y gordos. Cuando volvía, le entregaba su pesca a su mujer. Al día siguiente ella cocinaba para los dos y se sentaban juntos a comer.
Sucedió que un día Hina comenzó a sentirse atraída por Kuri. Y el mal hermano se enamoró también de su cuñada. Desde entonces la comida que Hina le servía a Maui ya no fue la misma.
-Este pescado tiene poca carne y muchas espinas -se quejaba Maui.
-Así son los pescados -contestaba Hina.
Pero no era verdad. Lo que pasaba era que Hina elegía los pescados más grandes y deliciosos y los cocinaba para dárselos a Kuri, mientras que a Maui le preparaba los que Kuri había pescado, siempre mucho más pequeños. Maui se dio cuenta de que los peces que pescaba no eran los pescados que comía.
Muy enojado y triste, pensó en la forma de descubrir el misterio. Una noche, como muchas veces sucedía, le dijo a su mujer:
-No me esperes. Salgo a pescar y estaré fuera toda la noche. Volveré con mi pesca por la mañana.
Maui se embarcó en su canoa y se adentró en el mar, pero en lugar de pasarse toda la noche pescando, lo que hizo fue volver pocas horas después, desembarcando en un lugar oculto de la costa.
Cuando se acercó a su casa, vio lo que su mente ya estaba imaginando. Su mujer estaba allí con su hermano, el atractivo Kuri, que comía muy alegremente el mejor pescado que Maui había traído el día anterior.
Loco de celos, Maui decidió castigar a su hermano con todo el poder de su magia. Y comenzó a entonar una canción que tenía el don de transformar en realidad lo que sus palabras decían.

Tiro de la boca
y de la nariz.
Tiro hacia adelante,
así, así, así.

Estiro las orejas
así, así, así.
Y tiro de la cola
así, así, así.

A medida que Maui cantaba, su hermano Kuri se iba trans-formando, la boca y la nariz se le iban hacia adelante formando un hocico animal, las orejas le crecían y crecían estirándose, y un rabo aparecía como continuación de su columna vertebral. Kuri se había convertido en el primer perro que hubo en este mundo y por eso, desde entonces, los perros se llaman kuri en el idioma de las islas.
Esa noche Maui se limitó a echar al perro de su casa a patadas y se fue a dormir. Pero Hina se quedó despierta toda la noche, muy asustada. Aunque no la había convertido en perro (no todavía, por lo menos), sabía que Maui se vengaría también de ella. ¿Qué le esperaba? Se le ocurrían las ideas más espantosas. Ojalá pudiera huir lo más lejos posible.
Al día siguiente, cuando Maui salió a pescar, sin mirarla ni dirigirle la palabra, la hermosa Hina caminó hasta la playa y se sentó muy triste a la orilla del mar, llorando con desconsuelo.
En esa época, en ese lugar, el poder mágico que se extendía por la tierra hizo que la pena y el temor de Hina llegaran hasta su hermano. El hermano de la hermosa mujer no era un ser humano común y corriente, sino que tenía la posibilidad de convertirse en pájaro. Así, con forma de pájaro, voló hasta ella y trató de consolarla. Hina le contó todo lo que había pasado.
-Por favor, hermano, llévame lejos. Tan lejos que la magia de Maui no pueda alcanzarme.
Este era un ruego muy difícil de complacer, porque los poderes de Maui se extendían por toda la tierra y el mar.
-Te llevaré, mi querida hermana, si me dices dónde queda ese lugar, porque yo no lo conozco.
Pero Hina había sido la esposa de Maui durante suficiente tiempo como para conocer sus secretos. Y sabía que sí había un lugar, un solo lugar, adonde no podía llegar con su magia.
-No será fácil. Pero si puedes llevarme hasta allí, hasta la parte más alta del cielo, entonces estaré a salvo.
Y todavía hoy, en las noches de luna llena, si observas bien la luna, verás allí la cara asustada de Hina, que mira hacia la tierra tratando de descubrir si Maui todavía está intentando vengarse de ella con su peligrosa magia.

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