Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 31 de diciembre de 2014

El barco fantasma

Cierta vez un bote pesquero volcó cerca de la costa de Islandia. Solo tres de sus catorce tripulantes lograron subir a la quilla y pedir auxilio. Pero, aunque había mucha gente en la costa mirando el accidente, no pudieron ayudarlos a causa del terrible oleaje. Después de que todos hubieran muerto ahogados, el barco se enderezó solo y encalló en la playa.
En el siguiente invierno, los campesinos del lugar arrastraron el barco por el hielo hasta una cueva. Varios pastores que pasaban por allí vieron como los catorce muertos de la tripulación iban siguiendo el barco.
Tiempo después, en lo más crudo del invierno, cuando los días son breves y oscuros, un granjero viajaba a caballo por la zona. Cerca de la cueva donde estaba el barco, corría un arroyito. Justo después de vadear la corriente, Thorkel, el granjero, se encontró con un desconocido.
-Necesitamos ayuda para zarpar, amigo -dijo el hombre.
El bote no se veía desde el camino y Thorkel, sin sospechar nada, aceptó echarles una mano para empujarlo al agua. Lo único que le llamó la atención fue la forma en que su caballo relinchaba y reculaba.
Thorkel y el extraño llegaron hasta la cueva donde estaba el barco, rodeado por trece hombres todos cubiertos de barro. Justo en ese momento el granjero recordó las historias que había oído sobre el famoso naufragio del otoño anterior y le pareció reconocer a algunos de los ahogados. Aterrorizado, castigó a su caballo, que no necesitaba del látigo para salir de la cueva galopando lo más rápido que le permitían sus patas. Mientras escapaba, alcanzó a escuchar esta lúgubre canción:

Aquí yace nuestro bote,
desfondado, abandonado
en la roja oscuridad.
Pocos amigos tienen los muertos,
es la única verdad.

Después de esa terrible experiencia, el granjero Thorkel nunca más quiso cabalgar solo por esa ruta, ni siquiera en pleno día.
Muchos testigos aseguraron haber oído extraños golpes y crujidos que salían de la cueva mientras el bote estuvo allí. Hasta que un invierno más crudo que los demás, la gente del lugar decidió que ni siquiera los fantasmas podían impedirles convertir ese barco inútil en preciosa leña para calentar sus hogares. Y bajo las hachas de los campesinos, desapareció para siempre el barco fantasma.

0.151.1 anonimo (islandia) - 059

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