Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 31 de diciembre de 2014

El hombre que se trago una mosca

El señor Hansaemón se tragó una mosca viva. Un hecho que no podría sorprender a cualquiera que lo hubiera visto tomar sake, ese delicioso vino de arroz, con tantas ganas. La mosca cometió el error de caer en su vaso, y allá fue.
Tener una mosca viva en el estómago es muy incómodo. El insecto revoloteaba y zumbaba provocándole todo tipo de molestias. El señor Hansaemón decidió consultar al médico.
-El mejor remedio para su problema -le dijo el médico, un sabio famoso por sus conocimientos en el arte de curar- es tragarse una rana viva. La rana se comerá a la mosca.
El señor Hansaemón hizo que sus servidores cazaran una rana fuerte y sana en su jardín y con cierta dificultad consiguió tragársela. Tal como había dicho el médico, el problema de la mosca terminó. Pero ahora la rana croaba y saltaba en su barriga, y el pobre hombre estaba peor que antes.
-Por suerte también para esto hay remedio -dijo el doctor. Lo que debe hacer usted es tragarse una culebra.
Y allá fue el señor Hansaemón, a tragarse una culebra como si fuera una especie de tragasables del circo. Tal como estaba previsto, una vez en su estómago, la culebra se comió a la rana. Y después empezó a retorcerse y a sisear dentro del vientre.
El consejo siguiente no fue sencillo de seguir. El señor Hansaemón tuvo que tragarse un jabalí vivo. El jabalí mató a la culebra, pero... ¿tengo que explicar los desastres que produjo en el vientre del enfermo?
-Hay una sola solución -dijo el sabio médico. Ahora tiene que tragarse a un cazador bien armado.
Y así fue. Por favor, no me pregunten cómo, pero el señor Hansaemón logró tragarse al cazador vivo con su fusil. Se escucharon de pronto unas cuantas detonaciones: había cazado al jabalí.
Pero en la oscuridad del vientre, el cazador se había visto obligado a gastar todas sus municiones para acertarle al maldito jabalí, que se movía para todos lados. Y ahora no le quedaban tiros para abrirse paso y salir otra vez al exterior.

Y allí vive todavía el cazador,
en la tripa del señor Hansaemón.

0.040.1 anonimo (japon) - 059

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