Caía la lluvia, Zarandeaba el viento las
ramas de los árboles. La niña, cansada de su encierro habló a la lluvia desde
la ventana de su habitación:
-Lluvia, mala amiga, ¿por qué caes? Me tienes
presa en casa. ¡Cesa ya de una vez! ¡Quiero ir a jugar!.
La voz cantarina de la lluvia replicó:
-Las plantas, amiguita, tienen sed. Si agua
no les doy, ni flores ni frutos darán después.
999. Anonimo
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