En una
remota isla, cerca de áfrica del sur, se desarrollaba una espesa vegetación,
digna de ser admirada por los más grandes científicos del mundo.
Esta
vegetación poseía una gran variedad de especies, todas con diferentes
características medicinales aplicables a una gran variedad de enfermedades del
ser humano.
La isla
era de una gran belleza exótica, tenía
paisajes hermosos y una gran fuente de agua cristalina ubicada en el
centro de ella, a su alrededor se hacían
pequeñas agrupaciones de plantas según su especie y según el beneficio que
otorgaba a las diferentes partes del cuerpo
y sus enferme-dades. Para curar
enfermedades del corazón había un grupo de plantas medicinales solo para
ello, en el caso de enfermedades de la piel, también existía una agrupación
especifica para ello y así para todas las enfermedades.
Era
tanta su perfección que siempre se pensó que había un ser superior y creador de
toda esta belleza, que se encargaba de cuidar, sembrar, clasificar y proteger
toda la isla.
Cierto
día en la ciudad de nueva york un famoso botánico llamado carlos strong, que
practicaba la medicina homeopática, decidió partir sin rumbo fijo acompañado
por su esposa, aun lugar que le ofreciera nuevos conoci-mientos.
El señor strong salió con
su barco y después de viajar 3 meses llegó a la isla y maravillado la
llamó “ la isla de la salud”.
El y su
esposa recorrieron todos los lugares quedando cada día mas fascinados por su
belleza y utilidad, cada descubrimiento de nuevas especies y sus utilidades le
daban a este botánico el deseo de enriquecerse con la venta de pócimas
milagrosas y curativas, día a día su
mente divagaba en el gran negocio que iba a hacer, planificando como trasladar
todo la vegetación a nueva york sin importarle la destrucción de aquélla
hermosa isla, tampoco pensó en ayudar a aquellos enfermos que se quedaron
esperando por el, para que les diese un remedio a sus enfermedades, solo
pensaba en ¡dinero!, ¡dinero! Y ¡más dinero! Pensaba en riquezas, fortuna y
deleites para el y su esposa.
Una
mañana cuando cargaba su barco de plantas, divisó a los lejos una cascada de
agua, se dirigió a ella , no caminaba si
no que corría y de la mano llevaba a su esposa quien por poco casi se cae.
El señor
strong pensaba que era otro descubrimiento que le daría mas dinero.
Al llegar se encontró con una cascada de agua
que caía y formaba una hermosa laguna de agua cristalina, en el fondo se podía
ver pequeñas piedrecillas blancas y alrededor de ella crecían unos hongos jamas
vistos por el, se veían rojos y apetitosos, mientras tanto su esposa se
encontraba ya dentro del agua disfrutando de un agradable baño, pero antes de
salirse, acarició entre sus manos uno de estos hongos, llenándose de deseo se
comió unos cuantos.
Para
sorpresa del esposo, vio como su esposa siendo una mujer de 60 años,
rejuveneció y rejuveneció hasta quedar
convertida en una joven y hermosa mujer, el señor strong gritó de alegría
porque creía haber encontrado el secreto de la eterna juventud, inmediatamente
en su mente pasaban y pasaban números y muy alegremente decidió recoger todos
los hongos que se encontrara.
Mientras
esto ocurría en la mente y en su corazón, el ser superior que cuidaba la isla, leyó los pensamientos de este
hombre viendo que en su interior no había amor por la humanidad. Así que
decidió darle una lección inolvidable a todas las personas que se acercaran a
esta isla.
Un
día antes que el barco zarpara, con todo su botín, la señora strong decidió
regresar a tan ricas aguas, y al ver uno de estos hongos no resistió la idea de
rejuvenecer un poco más, y lo comió.
Sin darse cuenta, pasó de joven a
niña, de niña a bebé y de bebé a la semilla que le dio la vida, está semilla se
introdujo en la tierra como si unas manos invisibles la estuvieran sembrando, y
allí germinó y creció un hermoso árbol que por su forma y atractiva
belleza le llamaron vanidad.
Mientras
todo esto ocurría el sr, strong
ensimismado en su misión absurda, no percibió la falta de su esposa, siguiendo
enceguecido con su plan.
Cuando
estaba a punto de zarpar cansado recostó su pie a una roca, pero cuan grande
fue su sorpresa cuando esta roca cobró vida
propia y atrayéndolo a ella lo convirtió
en una gran roca con forma de hombre, que era vista por todos los
visitantes que aún a lo lejos divisaban la isla y decían “allí yace el hombre
que por su avaricia quedó convertido en el monumento a la avaricia.
999. Anonimo
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