Erase un príncipe muy admirado en su reino.
Todas las jóvenes casaderas deseaban tenerle por esposo. Pero él no se fijaba
en ninguna y pasaba su tiempo jugando con Zapaquilda, una preciosa gatita,
junto a las llamas del hogar. Un dia, dijo en voz alta:
-Eres tan cariñosa y adorable, que, si fueras
mujer, me casaría contigo.
En el mismo instante apareció en la estancia
el Hada de los Imposibles, que dijo:
-Principe, tus deseos se han cumplido.
El joven, deslumbrado, descubrió junto a él a
Zapaquilda, convertida en una bellísima muchacha.
Al dia siguiente se celebraban las bodas y
todos los nobles y pobres del reino que acudieron al banquete se extasiaron
ante la hermosa y dulce novia.
Pero, de pronto, vieron a la joven lanzarse
sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el salón y zampárselo en cuanto lo hubo
atrapdo. El príncipe empezó entonces a llamar al Hada de los Imposibles para
que convirtiera a su esposa en la gatita que había sido. Pero el Hada no
acudió, y nadie nos ha contado si tuvo que pasarse la vida contemplando como su
esposa daba cuenta de todos los ratos de palacio.
999. Anonimo
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