Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de diciembre de 2013

El tigre y el zorro .148

Era un tigre que se juntó con un zorro. Que el zorro se llamaba Juancito. Se juntaron para andar los dos de compañeros. Pero el tigre andaba con mucho hambre, porque no encontraba ninguna presa y andaba por comerseló al zorro. El zorro ya si había dado cuenta del peligro en que andaba y iba pensando cómo s'iba a salvar.
En eso que iban los dos compañeros, el zorro encontró una coyunda y la alzó. El tigre le dijo que se podía remojar la coyunda y que la podían comer. El zorro le dijo que no servía para comer y que les iba a hacer mucha falta más adelante.
En eso iban, que vido el zorro que a lo lejo se preparaba una tormenta, se veían unas nubes oscuras. Que se para el zorro y muy asustado le dice al tigre:
-¡Mire, tío tigre, aquella tormenta que viene!
-Sí -que dice el tigre, pero no ha de ser gran cosa.
-No, tío, aquella tormenta es de viento, y es un viento que arranca los árboles y mata los animales y deja la tierra limpia sin un yuyito. Sólo se salva el que se logra atar a algo muy seguro.
Y áhi buscó el zorro un quebracho que 'taba al abrigo de unas piedras muy grandes para amarrarse con un lazo. Y cuando vio el tigre el ademán del zorro, que le dice que no, que lu ate a él.
-Atame a mí, vos te podís meter en una cueva. Vos sos chico.
Y el zorro si hacía de rogar, pero al fin consintió y lu ató al tigre bien atau en el quebracho. Cuando vido el zorro que 'taba bien atado el tigre, que le dice:
-Haga juerza, tío, a ver si 'tá bien atau.
Y el tigre hizo juerza, todo lo que pudo, pero no se podía ni mover, lo que 'taba bien amarrau con la coyunda.
-Güeno, ahora me voy -le dice el zorro, y se jue.
Recién se dio cuenta el tigre que el zorro lu había embromado.
Y áhi quedó el tigre esperando que pasara alguno para que lo desatara. El tigre se moría di hambre. Después que habían pasado dos días pasó por áhi un arriero, y el tigre le dijo que l'hiciera el servicio de desatarlo. El arriero le decía que no, que lu iba a comer. Y el tigre le decía que no, que cómo lu iba a comer si le hacía ese gran servicio, que no lu iba a comer nada. Y tanto le rogó, que lo desató el arriero, y como el tigre 'taba con tanto hambre, se lo comió no más al arriero.
Y después lo siguió al zorro, a Juancito, al rastro. Iba muy enojado y ande lu encontrara lu iba a comer.
Ya cuando había andado dos días, lo sintió Juancito al tigre que venía bramando, que lo iba alcanzando. Juancito, en el camino, les había robau a unos arrieros que acampaban una noche, unos quesíos y azúcara. Y se jue a una laguna. Y áhi entró a tirar pedacitos de quesío y azúcara al centro de la laguna. Y Juancito se puso un poco adentro del agua y comía y se saboriaba.
A esto llega el tigre, lo ve y que le dice:
-¿Qué 'tás haciendo, Juancito, áhi?
-¡Callesé, tío! ¡No sabe qué cosa más rica 'toy sacando de la laguna!
Y áhi li alcanzó un pedazo y l'hizo probar. Y li alcanzó otro pedazo. Al tigre le gustó muchísimo. Y que le dice el zorro:
-Entre, tío, y saque usté que es más grande. Mientra más adentro, más rico es lo que se saca.
La laguna era muy honda. El tigre empezó a entrar y sacó unos pedacitos, pero los más grandes 'taban en lo más hondo. En eso qu'iba entrando, el zorro lu empujó y el tigre se zambulló en una parte muy honda y peligrosa. Y mientra el tigre, medio augau, trataba de salir del agua, el Juancito se disparó, se jue.
Y ya salió el tigre y le volvió a pegar al rastro, al zorro. Ya iba dispuesto a matarlo ande lu encontrara. Y ya lu alcanzó, y de lejo lo vio que 'taba revoliando un lazo que li había robau a unos arrieros. Y áhi que le dice:
-¿Qué 'tas haciendo con ese lazo?
-'Toy por enlazar unos potros ariscos y gordos que dan gusto.
-¿Y sabís enlazar?
-¡Si, soy muy güen enlazador!
Y en eso llegó una manada de potros al agua. Que el zorro 'taba en una aguada, que si había puesto a propósito áhi. Y el zorro ató el lazo en un árbol, hizo la armada y tiró. De chiripa enlazó un potro. El potro disparó, dio la estirada, se cortó el lazo, y se jue al suelo y se descogotó. Y di áhi se allegó el tigre, y como tuvieron carne para dos días, lo dejó al zorro para matarlo después.
Y Juancito no sabía qué inventar para escaparse, porque cuando se terminara la carne lo iba a matar el tigre. Salió entonce a buscar quien lo podría ayudar a enlazar, para carniar otra vez.

Eustaquio Funes, 62 años. El Morro. Pedernera. San Luis, 1951.

Modesto propietario rural.
El Morro: zona rural del viejo pueblo del mismo nombre.

Cuento 148. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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