Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 9 de diciembre de 2013

El burro y el tigre y la guerra .528

Resolvieron hacer una pelea el burro y el tigre por un charco di agua, en tiempo de seca. Porque si tomaban l'agua los dos, pronto s'iba a acabar, y si la tomaba uno solo, duraba. El tigre fue el que manifestó que si no le cedía l'agua lo iba a peliar, y el burro le aceptó.
El tigre como vence, porque es el más fuerte, domina a todas las clases de animales de garra, y por la fuerza los hizo venir para peliar al burro. Y lo nombró como asistente de él al zorro.
El burro juntó un ejército de avispas y las puso en un gajo de tala.
Cuando calculó el tigre que el burro podía haber rejuntado su ejército, lo mandó al zorro que se entrevistase con el burro y le dijera si ya tenía listo su ejército. Así lo hizo el zorro y el burro le contestó que tenía su ejército listo. Y el zorro, en tono de farsa, le preguntó que adónde 'taba porque no se veía nada. El burro le contestó que lo tenía ahí, en un gajo de tala. Y era el ejército de avispas.
Bueno... El zorro le dijo que qué podía hacer ese puñado de moscas, que se las largara pa comerlas a todas. Y el burro, en vez de largarlas a todas, le largó tres no más. Dos de las avispas se le prendieron en los ojos, al zorro, y la otra en el trasero. El zorro dio un tremendo grito y disparó arrastrando la cola por el suelo, hasta llegar al charco. Desesperado se metió en l'agua pa sacarse las avispas. Después que lo dejaron las avispas salió del charco todo embarrado. Dispuso, entonces, revolcarse en las pajas y limpiarse el barro para que el tigre no se diera cuenta mayormente lo que le había ocurrido.
Al presentarse el zorro, a su general, éste le dijo que qué le pasaba en los ojos, que tenía tan hinchados y colorados. Y el zorro le contestó que tenía los ojos hinchados de rabia por la farsa que le quería hacer el burro de peliarlo con un puñado de moscas. Y le dijo que si no quería crer que juera él solo, pa que viera que no precisaba ejército para peliarlo.
Y el tigre aceptó la proposición y jue a ver al burro. Y le dijo al burro que áhi venía a peliarlo y el burro le largó al tigre todas las avispas. Movió el gajo de tala y salió el enjambre de avispas y lu agarraron al tigre por todo el cuerpo a flechazos, que lu enloquecían de dolor. Si largas eran las corridas qui hacía el zorro, más largas eran las del tigre y más las revolcadas que se daba, lo que lo flechaban las avispas por las partes del cuerpo que podían.
El zorro que lo estaba espiando sobre el bordo del charco, le gritaba al tigre:
-¡Al charco, mi tío! ¡Al charco, mi tío!
Del resultado de la flechadura de las avispas el tigre murió y perdió la guerra.
Por eso hay que convencerse que no hay enemigo chico.

Lorenzo Arturo Ferreyra, 60 años. Villa General Mitre. Totoral. Córdoba, 1952.

Cuento 528. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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