Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 9 de diciembre de 2013

El burro, el zorro y las coyundas .410

Éste era un arador que tenía para el servicio un burro y los bueyes. Un día va y deja afuera las coyundas que tenía para uñir los bueyes. Esa noche viene un zorro y las lleva a todas. Bueno... Al otro día viene y no halla nada para uñir los bueyes. Y el hombre andaba buscando muy afligido. Y entonce dice que el burro lo ve y le dice:
-¿Qué es lo que le pasa, patroncito?
-Anoche parece que han llevau los zorros todas las guarniciones del arado.
-Se deja estar no más patroncito yo voy a ver si se las recupero.
Y se va al campo el burro. Rastrea los zorros hasta la cueva y en la puerta se hace el muerto. Áhi se tiró, estirau largo a largo. Y al poco rato sale un zorro chico y mira al burro muerto. Más pronto que corriendo le avisa a Juan viejo. Y Juan sale y ve áhi un burro muerto. Y entonce dispone llevarlo al interior de la cueva. Y entonce ordenó a los hijos que saquen lazos. Y empezaron a sacar lazos. Sacaron los robados al arador y algunos más que tenían de antes. Y lu ataron al burro de las patas, de las manos, del pescuezo, de la cola, de donde pudieron. Y los zorros se atan la punta de los lazos de la cintura, todos, para tirar mejor. Y al grito de Juan de ¡vamos!, hicieron un invión que medio lu hicieron ir al burro pa adentro. Entonce el burro pega un grito y se enderieza, y sale a lo que da, a toda furia, y enfila pal cerco para donde anda el patrón. Y cuál no sería la alegría del patrón al ver que el burro le tráia más lazos de los que eran d' él, y los zorros a la rastra. Y áhi tuvo el patrón el trabajo de matarlos a los zorros antes de dehatarlos.
A los pocos días se le pierde al patrón la carne que había llevado para comer en el rastrojo, en el tiempo que araba. Y él dice, enojau, conversando, adelante 'el burro:
-¡Cayate qué mala suerte! Tengo que 'star sin qué comer ahora. Ha de ser el cuervo, ¡desgraciau!, que mi ha llevau la carnecita qu' hi tráido para comer. ¡Este hijuna y gran...!
Entonce le dice el burro:
-¡Dejesé 'star! Ahorita se lo traigo. Maver que lo traigo, que lu encuentre no más.
Se va. Va y se buscó el palo donde venía a dormir el cuervo. Áhi cerquita s' hizo el muerto, se tiró al suelo, pero se cuidó los ojos, se los apretó con las patas delanteras. Y dejó las demás partes del cuerpo libre que disponga el cuervo. Entonce llegó el cuervo y áhi no más se bajó a comer d' este animal muerto. El cuervo como es su costumbre le buscó los ojos y al no poder picar los ojos le buscó las partes blandas, le buscó el trasero. Y viene el cuervo y mete la cabeza en el culo y entonce frunció el burro y le apretó la cabeza y siguió viaje. Y lo que el cuervo lo rajuñaba por las piernas seguía más ligero. Venía el burro despavorido. Saltó el cerco y el hecho es que en una horqueta de las ramas del cerco quedó encajau el cuervo. Pero se le refalaron todas las plumas de la cabeza en el trasero del burro, y el cuervo es pelau desde entonces.

Francisco Villarroel, 53 años. La Costa. Los Hoyos. Río Seco. Córdoba, 1952.

Campesino inteligente. Muy buen narrador.

Cuento 410. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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