Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

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lunes, 9 de diciembre de 2013

El burro, el zorro y el cuervo y las coyundas robadas .406

Había un labrador. Tenía que trabajar, sembrar trigo y maíz. En la tarde, cuando había vuelto de arar, había sacado las coyundas, que se llaman las que atan el yugo, las que ponen para enyugar los bueyes para arar. Entós sacó todo esto, en la tarde, para el otro día al madrugar, para que esté listo ahí para ungir no más los bueyes.
Y dice que al otro día cuando se levantó tan temprano a buscar los arneses no halló ninguno. Se li han perdíu todos. ¡Nu haya qui hacer este hombre! Y andaba afligido. Y perdió el día, sin trabajar.
Bueno, andaba muy triste. Y viene un burro y le dice: -¿Qué le pasa? ¿Porque 'tá tan triste?
-Ve lo que me pasa. Se mi han perdido todos los arneses, las coyundas, loos lazos que tengo para arar y ahora 'toy de paro, no hallo qué hacer, no sé qué se mi han hecho.
-¿Y no tiene algunos vecinos usté?
-Sí, hay una familia de zorros. Se llama don Juan García y doña Juana Nieva, se llaman los zorros. Tienen familia, tienen hijos.
-¡Ah! ¡Y esos no más son los que li han llevau las coyundas -que le dice, las cosas! Yo voy a ver si le recupero.
Bueno. Que dice:
-Bueno, si mi hace el favor le voy a pagar bien...
Se va el burro y si hace el muerto en la misma boca de la cueva. Y bueno, áhi 'taba muerto.
Al otro día se levanta muy temprano don Juan García y di allá vuelve muy contento:
-¡Carne tenemo! ¡Carne tenemo!
-¿Y qué pasa?...
-¿Qué papá, qué? -los hijos.
-Áhi 'ta un burro muerto y vamos a ver si lu entramos a la cueva.
Sacan las coyundas, sacan los lazos, todo. Le ponen de las patas, de la cola, del cogote, de todos lados del burro y lo dejan listo. Y él para tirar con más fuerza, todos iban a tirar, para tirar con más fuerza, se ató a la cintura uno de los lazos. Y empezaron a tirar y tirar. Y ya cuando ya el burro ha visto que ya tenía todas las cosas en él, se ha levantau y ha saliu disparando. A disparar y disparar, y claro, el zorro no se podía desatar. Y seguía corriendo. Y los otros ya largaron todos. Y la señora, doña Juana Nieva, es que le decía:
-¡Juan García, dejate de esa porfía!
-¡Juan García, dejate de esa porfía!
-¡Ya lo voy sujetando! ¡Ya lo voy sujetando! -es que decía el zorro.
Y seguía el burro hasta que si había muerto el zorro, claro. Y le llevó todas las coyundas al labrador.
Y bueno, ya contento el labrador aró, y sembró gracias al favor que le ha hecho el burro.

María Adela Oviedo de Nieva, 68 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Cuento 406. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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