Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 5 de junio de 2012

Los jugadores de pelota


Dos grupos de personas vivían a un lado y otro de un río. De vez en cuando algunos de los hombres se reunían para jugar a la pelota, los de un lado del río contra los del otro lado.
Siempre ganaba el mismo equipo, y tan pronto llegaban a casa en sus kayaks gritaban y reían de alegría. En el campamento de los perdedores reinaba la tristeza y la frustración.
Un día, después de haber sido derrotados en un partido más, un viejo del equipo perdedor tomó la pelota usada en el juego y pronunció un conjuro. Estaba seguro de que los ganadores del otro lado del río pronto volverían a jugar otro partido, de modo que realizó un rito mágico que hiciera desaparecer la pelota.
En el partido que se jugó a continuación, apenas los hombres habían empezado a jugar cuando desapareció la pelota. Nadie sabía dónde encontrarla. Los visitantes volvieron a cruzar el río, muy disgustados por haber perdido la pelota que les había traído tanta suerte.
Los hombres que habían hecho desaparecer la pelota usaron de nuevo su magia. Cuando en el campamento de los vencedores todos estaban durmiendo, echaron una maldición a todos aquellos que eran jugadores de pelota. A la mañana siguiente, cuando estos hombres salieron de sus tiendas a ver qué tiempo hacía, cayeron inmediata-mente al suelo. Estaban muertos.
La alegría cundió ahora en el poblado de los perdedores, y sus hombres, al ir río abajo en busca de focas, gritaban de júbilo. Habían ganado incluso sin usar la pelota.
Mientras tanto, en el poblado a donde había llegado la muerte, uno de los supervivientes ideó un medio de venganza. Tomó un somorgujo y lo desolló con mucho cuidado para no estropear nada la piel. Luego lo rellenó con hierbas secas, lo sacó de casa y allí lo colocó de pie. Mientras tanto, no paraba de mirar indignado a los que habían matado a sus parientes y amigos.
Al observar su somorgujo mágico un día después, el hombre notó que algo se estaba empezando a formar en el plumón de alrededor del pico del ave, como si estuviera empezando a respirar un poco. Al mirarle las plumas uno hubiera creído que el pájaro estaba vivo.
Pasó tiempo antes de que el hombre volviera a salir a mirar su obra. Esta vez el somorgujo ya no estaba allí. Había cobrado vida y se había ido volando.
Los del otro lado del río habían ido a cazar focas al norte y volvieron a casa al cabo de cierto tiempo. Estaban ya camino de vuelta cuando, de repente, apareció un somorgujo en el agua delante de sus kayaks. Los hombres estaban a punto de arponear el ave, cuando repentinamente se sumergió en el agua. Los hombres del kayak más cercano al lugar donde había desapa-recido el somorgujo pusieron rumbo en esa dirección para descubrir sólo un inmenso torbellino. Pronto el kayak quedó apresado en las aguas turbulentas haciéndoles dar vueltas y más vueltas hasta que fueron arrastrados al centro del embudo. El kayak desapareció bajo el agua.
Sus adversarios lo habían observado todo desde la orilla del río. Otra vez habían ganado y se habían vengado con ayuda del somor-gujo mágico. Ahora les tocaba a ellos el turno de regocijarse por su victoria.

Fuente: Maurice Metayer

036. Anónimo (esquimal)

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