Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 11 de junio de 2012

El filósofo desconcertado


Durante muchos años se había entregado a toda suerte de abstracciones metafisicas. Había investigado en las más variadas filosofías y se cuestionaba constan­temente sobre la vida, la muerte, el devernir, el desti­no, las paradojas existenciales y las contradicciones de la naturaleza y del ser humano. Se hacía preguntas a las que no lograba responderse; se formulaba interro­gantes que no conseguía resolver. Estaba tan descon­certado que decidió ir a visitar a un sabio que apaci­blemente vivía en una cabañita cerca del río.
-Señor, estoy abatido y desconcertado -dijo una vez que estuvo junto al sabio-. Estoy más triste y desmoralizado de cuanto pueda decirte.
-¿Por qué, amigo? Seguro que no es para tanto.
-Claro que lo es -aseguró-. Llevo toda mi existencia indagando en los fenómenos de la vida y de la muerte, y de verdad, no logro entender los mandatos de Dios.
El sabio sonrió y guardó unos instantes de silen­cio. El río era como una serpiente plateada deslizán­dose con quietud. En los ojos profundos de sabio había compasión infinita. Colocó su anciana mano sobre el hombro del atormentado filósofo y le dijo:
-Querido mío, esta noche visita la ciudad un prestidigitador ambulante. Quiero que vayas a con­templar la función y luego vengas a visitarme. ¿Lo harás?
-Te lo prometo, señor.
Era ya de madrugada cuando el desconcertado filósofo llegó hasta la cabaña del sabio. El anciano se encontraba meditando. ¡Qué infinita paz en ese ros­tro apergaminado!
-¿Te molesto?
-Nunca un ser humano molesta a otro ser hu­mano -repuso el sabio-. Y bien, cuéntame.
-Estuve muy atento a los juegos de prestidigita­ción del ilusionista. En verdad que se trata de un hábil prestidigitador. Algunos trucos son fantásticos -explicó el filósofo.
-iDescubriste alguno de ellos? -preguntó el sabio.
-No, en absoluto -repuso el filósofo-. Tenía una habilidad asom-brosa.
Leve sonrisa en los labios del anciano. Una pausa de silencio en una cálida madrugada en esa remota región de la India.
-Si no eres capaz de entender los juegos del prestidigitador, ¿cómo quieres comprender los man­datos de Dios? Deja de filosofar y empieza a meditar. Deja de enredar con la mente y empieza a fundirte con tu interna naturaleza real.

El Maestro dice: El intelecto es insuficiente. No puede penetrar lo incognoscible. Mira hacia dentro y descúbrete a ti mismo.

Fuente: Ramiro Calle

 004. anonimo (india)

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