Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 13 de enero de 2015

El hombre y el tigre .573

Había un tigre anciano que tenía tres cachorros. Y éste los aconsejaba a los hijos diciendolés que nunca persiguieran al hombre por más que ellos eran considerados como el rey de los animales. Bueno... Pero los cachorros cuando se hicieron grandes, dijeron que lo que el padre les había dicho -ya el padre se había muerto- era una tontera porque ellos eran invencibles, y que iban a salir a perseguir al hombre. Y salió uno de los cachorros.
El tigre caminó mucho hasta que se encontró con un caballo viejo y le preguntó si él era el hombre, que venía a buscarlo para vencerlo. El caballo le contestó que él no era el hombre por cuanto el hombre lo había de vencer con su discurso. Porque con él y con otros, así había ocurrido. El caballo le dijo que él había sido un potro muy bravo, pero que el hombre lo bolió, lo enlazó, lo marcó, lo capó, lo amansó y lu hizo trabajar como quiso, en varias clases de trabajos. Y que áhi lo veía en el estado en que estaba, viejo y arruinado.
El tigre, orgulloso de su poder, dijo que lo mismo lo iba a vencer al hombre. Y siguió.
Cuando había caminado un buen trecho, el tigre encontró un buey viejo y flaco y le preguntó si él era el hombre, que lu andaba buscando para vencerlo. El buey le contestó que él no era el hombre, pero que no lo buscara porque no lo iba a poder vencer. Que él había sido un toro salvaje de las pampas, que vencía hasta el tigre -el único animal que vence al tigre es el toro, pero  que lo mismo el hombre lo enlazó, lo marcó, lo capó, lo amansó y lo hizo trabajar hasta verse inutilizado como estaba. El tigre dijo que él lo iba a vencer y siguió viaje.
Por fin, en tanto andar, el tigre encontró al hombre, en el medio del monte. El hombre estaba partiendo una gran viga y le ponía una cuña. El tigre le preguntó si él era el hombre. El hombre le contestó que sí. Entonce el tigre le dijo que lo andaba buscando para peliarlo y vencerlo. Y el hombre le dijo que 'taba bien. Y le dijo el hombre que él había oído decir que el tigre tenía muchas fuerzas en las garras y que si así era, antes de empezar la pelea, que le ayudara a rajar esas vigas. Y el tigre le dijo que sí, y orgulloso de sus fuerzas puso las dos manos en la rajadura de la viga. Rápido, el hombre hizo saltar la cuña con el hacha, y quedó el tigre apretado de las dos manos. Quedó inútil para la pelea porque con las patas no podía hacer nada.
Entonce el hombre se aprovechó y lo maltrató como quiso. Le cortó la cola, le sacó los ojos, le arrancó las uñas, y lo dejó al imposible, como para que no pudiera peliar. Y volvió a acuñar la viga para que saliera, pero ya inútil, herido y muerto de dolor. Cuando se vio libre huyó y el hombre siguió tranquilamente trabajando.
Volvió, como pudo, el tigre, al lugar donde se encontraban sus hermanos y en esas condiciones. Les aconsejó que no peliaran al hombre porque con un discurso lo había dejado casi muerto y inútil y que con otro lo iba a matar. Pero uno de ellos no le hizo caso y dijo que él lo iba a vencer. Y áhi no más salió a buscarlo.
Este tigre hizo el mismo camino que el hermano. Encontró al caballo y al buey y le aconsejaron lo mismo, pero él siguió. El tigre llegó ande 'taba el hombre. Le preguntó si él era el hombre, y él le dijo que sí. Le dijo que venía a peliarlo. El hombre le dijo que 'taba bien, pero que para eso tenía que ir a su casa, porque en su casa también él era rey, y ahí podía insultarlo también. Y el tigre le acetó. Y una vez en la casa sacó el hombre una escopeta, y le dijo que ya estaba dispuesto a que se insultaran, y le disparó un tiro en los ojos y lo dejó ciego al tigre. Y el tigre, ya inútil para peliar, se disparó.
El tigre volvió adonde 'taban sus hermanos y contó todo lo ocurrido. Y les dijo lo mismo que el otro, que no lo podrían vencer nunca al hombre, porque si con un insulto lo había dejado tan mal, cómo sería si hubieran entrado a peliar.

Lorenzo Arturo Ferreyra, 60 años. Villa General Mitre. Totoral. Córdoba, 1952.

Nativo del lugar. Culto. Muy buen narrador.

Cuento 573. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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