Desgraciadamente,
Ngwalezie había muerto hacía ya algún tiempo. Ilombe era la única
hija de Ndjambu, que vivía con Ngwakondi. Un día, se acercó un
hombre al poblado para hablar con Ndjambu. Le dijo que venía de
lejanas tierras, y que buscaba esposa. Ndjambu le, ofreció a Ilombe
en matrimonio; y, como ella aceptó, se hicieron los preparativos.
El hombre pidió entonces un tiempo para ir a su país y traer a sus
parientes para la ceremonia. Y quedaron de acuerdo en una fecha.
Cuando
ya se acercaba la fiesta, Ilombe pidió a Ngwakondi que le hiciera un
peinado especial para el día de su boda. Ngwakondi sentía envidia
por la suerte de Ilombe, y aceptó con la mala intención de matarla.
Efectivamente, mientras le estaba tensando los cabellos, Ngwakondi
levantó la aguja y la hundió en la cabeza de Ilombe. Al ver que
estaba muerta, huyó.
Llegó
el día de la ceremonia, y llegaron los invitados a la fiesta.
También había llegado el prometido, que quería presentar a Ilombe
a su gente. Ndjambu estaba impaciente, y no comprendía la tardanza
de las dos mujeres: «Hace ya un par de días que están encerradas,
preparando un peinado especial». Al fin, Ndjambu decidió no
esperar más, y fue a buscarlas. Pero, al entrar en la habitación,
solamente encontró el cuerpo sin vida de su hija Ilombe.
Ndjambu
gritaba desesperado por la muerte de su hija y la desaparición
de su mujer, cuando llegó a su casa el curandero del poblado. Éste
examinó el cuerpo de la chica. Al reconocer la cabeza, vio la aguja
clavada; y, cogiéndola con sumo cuidado, la extrajo con dos de sus
dedos. Al instante, Ilombe se recobró. Y, ante el aturdimiento de
Ndjambu, contó a todos los invitados la fechoría cometida por
Ngwakondi.
Todos
se pusieron a buscar a la mala mujer, y por fin la encontraron
metida en el bosque. La llevaron ante su marido. Ilombe pidió
clemencia por ella, pero no hubo piedad y recayó en Ngwakondi la
sentencia fatal: la metieron en un saco lleno de piedras, la llevaron
a alta mar en un cayuco, y la echaron al agua, donde pereció
ahogada.
Ndjambu
asistió a la boda de su hija con todos los invitados. E Ilombe fue
muy feliz con su marido hasta el fin de sus días.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
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