Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 11 de mayo de 2014

El tigre y el toro y la guerra entre animales de garras y de flechas .508

Una vez, dicen que el tigre tenía una cuevita en una aguada. Un charquito que gotiaba de una vertiente, en una barranca. El toro lo encontró la aguada. Como no anda bien con el tigre, el toro se bebió todo l'agua. Y ya se dio vuelta. Ha bostiado y lo dejó ensuciado al agua.
Cuando vino el tigre pa tomar, la ha encontrado toda sucia. Entonce el tigre le buscó al toro pa peliarlo. Y lo encontró en una cueva -el toro tenía también su cueva.
Y claro, como los dos son rivales. El tigre también le tenía miedo. El toro le ganaba siempre. El tigre salta sobre el lomo, y el toro lo clava con el asta.
Bueno. Se han encontrau. Quedan un día de peliar. Han indicau un día para peliar.
Tenían que peliá cerca 'e la cueva del toro. Entonce el tigre ya ha invitado su ejército. Y su ejército se componía de todos los bichos grandes, con garras, los osos, leones, tigres, zorros. El tigre ha rugido pa llamar sus compañeros. Y ha juntado un ejército grande.
Pasó como cuatro o cinco días. Y el toro 'taba así no más. Él estaba afilando las astas no más. Y va el escarabajo, y lo habla, lo saluda:
-Buen día, señor Toro. ¿Y qué va hacer usté solo? El tigre tiene un ejército muy grande y en tal parte 'tá reunido. Si quiere yo lo voy ayudar.
Y el escarabajo se ha compadecido del toro; como siempre él hace su bolo de la bosta de vaca, donde se rodea la hacienda. Por eso quería ayudar al toro.
-Yo lo voy a ayudar.
-Qué vas hacer vos, acatanca -le dice el toro.
-Como no -que le dice- yo traigo animales de flecha y los van a vencer a los de uñas.
Y le había acetado que le ayude, el toro.
-Entonce yo le voy a juntar mis amigos.
Él subió, entonce, al cerro más alto, y empezó a hacer su canto: rom... rom... rom... En seguida vienen los que tienen alas y flechas, avispas, San Jorges, Guancoiros de todas clases. Y así ha juntado y tenía los cerros llenos. 'Taba hirviendo la cueva de bichos.
Y ya llegó el día de peliar, de la batalla.
Y diz que el tigre dijo:
-Tiene que ir una patrulla a oservar.
Y como el zorro es más adelantado, que dice:
-Yo voy a ir -y salió a oservar.
Y el escarabajo ya ha instruido a su ejército, a sus soldados. En el momento del combate 'taban designados dos a los ojos y dos bajo la cola. Áhi tenían que flechar ellos al enemigo.
Y la instrucción del tigre era, a todos, atacar y peliar encarnizada-mente.
El zorro ha ido como de patrulla. Pero como el escarabajo 'taba alerta, lo ha visto. Le mandó cuatro: dos lu han flechau en los ojos y dos en la cola. Y el zorro desesperado se revolcaba y se ha dado unos golpes y no se podía defender. No se desprendían los enemigos. Menos mal que había un charco di agua, y si ha metido en el agua. En el agua ya se salieron los enemigos, pero 'taba con los ojos hinchados, no podía ver. Entonce el zorro no volvió, ha quedau por áhi, enfermo.
Cuando pasó más tiempo, el tigre ordenó que siguieran, que no esperen el zorro, que algo le pasó. Entonce ha elegido un aban-derado. Y ha dicho el abanderado:
-Como yo voy adelante, siempre que alce la cola, vamos ganando la batalla; cuando baje la cola, ya 'tá perdido la batalla -y ya había que disparar.
Y entonce, cuando el tigre ordenó, marcharon todos los tigres, los osos, los liones, los zorros.
Y cerca de la cueva del toro salieron todos a atacar. Y muchos, como son chiquitos, no se le ven. El escarabajo ordenó a los de flechas: ¡al encuentro! Lo primero que han hecho, atacar al abanderado. Y el abanderado, de tres chuzazos no aguantó más. Al primero, saltó; al segundo, dio un brinco en el aire, y al tercero, se disparó. Y los atacaron a todos. Así que era una batalla muy peliada. Los animales de uña se daban golpes en la tierra, en las plantas, quebrando gajos, se revolcaban, 'taban enloquecidos, que no sabían cómo defenderse. Y salió perdiendo el tigre, se disparaba todo su ejército. Y entonce que aparece el patrulla, el zorro y que gritaba:
-Tiresén al agua, tiresén al agua, así mi hi salvau yo.
Y áhi si han salvau algunos. Con los ojos hinchados no distinguían nada.
Perdió el tigre. Y el toro ni ha salido de la cueva, y ya tenía la batalla ganada.
Y el toro muy agradecido se ha despedido del escarabajo y el escarabajo si ha ido con sus amigos, y yo m' hi venido para acá.

Jacinto Cala, 40 años. Agua Caliente. Cochinoca. Jujuy, 1958.
Nativo de este lugar lejano de la Puna. De familia colla.

En el cuento tradicional no intervienen animales domésticos, como en éste.

Cuento 508. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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