Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 14 de junio de 2012

El burro, la mesita y el palo

127. Cuento popular castellano

Éste era un padre que tenía tres hijos. Y eran muy pobres. Y un día el mayor dijo que se marchaba a ver si ganaba que comer: Y llegó a un pueblo -muy lejos- y se ajustó con un amo. Y quedó en que le daría en tres años un burro que cagaba duros. Nada más que decía, «Burro, caga duros», pues -cagaba los que pedía.
Luego ya llegaron los tres años, y le dio el amo el burro. Se marchó con él hacia su pueblo. Llegó a una posada y mandó poner cena. Y dio de cenar al burro. A otro día por la mañana, preguntó a la posadera que cuánto era la posada. Y con eso, según se lo dijo, marchó a la cuadra:
-Burro, caga duros.
Cagó tres. Y el posadero le estaba mirando. Cogió y, según le estaba dando la cuenta el ama, le cambió el burro y le puso otro igual. Y llega el hijo mayor en casa de su padre y le dice:
-¡Ahora sí que vamos a ser ricos! Traigo un burro que caga duros.
Y se puson a cenar. Conque le dice después su padre:
-¡A ver, a ver ese burro que traes tan bueno! Salen a la cuadra. Y se puso:
-Burro, caga duros.
Y como no era el que tenía de antes, pues, no les cagaba. Y sus hermanos le hacían rabiar.
-¡Vaya, pa traer esto! -decía el de en medio. ¡Un burro tan malo! ¡Vaya, pa estar allá tres años, has traído bien de ello! Pues ahora me vi a marchar yo.
Y fue y se ajustó por una mesita, que nada más que decía, «Mesita, compónte», pues se componía con todo lo que quería comer; si quería cosas buenas, buenas -pus lo que le pedía. Aquél estuvo un año, y al año le dio el amo la mesita. Y se volvió a casa de su padre. Pero en el camino llegó a la misma posada de su hermano. Pidió habitación pa él solo. Puso la mesa y estaba ce­nando él solo. Le miraban por entre la puerta y decían:
-Si tiene de todo en esa mesa.
Y decía el amo al ama:
-¿Se lo has dao tú?
Y decía el ama:
-Yo no.
-Pues, él está cenando.
-Pues, lo trairía él.
A otro día por la mañana, pidió la cuenta de la habitación. Pero fue el amo y la mesita aquella se la quitó y le dio otra pa­recida. De que llegó onde el padre, decía:
-Ahora, yo hai sido mejor que mi hermano, que yo traigo una mesita que todo lo que la pido me da.
-A ver, a ver.
Va a abrir la mesa, y le pasa lo que al del burro -no darle nada. Y le dice su hermano:
-¿Te has quedao en tal posada?
-Sí, me hai quedao allí.
-Pues, entonces ya te la han armao como a mí. Y dice el hermano pequeño:
-¡Lo que es que no traíais nada y ponéis que traíais mucho! Ahora me voy a marchar yo a ver si traigo más o traigo menos.
Se marchó y llegó a un pueblo. Y se ajustó en casa de un amo -nada más que por una cosa: un palo, que decía, «Palo, sal del saco», y en saliendo el palo del saco, pegaba a todos. Aquél estuvo tres meses. Y después de los tres meses le dio el amo el palo.
Y al volver a casa de su padre, se quedó en la misma posada de ande sus hermanos. Y a otro día por la mañana, pidió la cuenta y dice:
-Pues, yo no les pago. Es mucho lo que me pide. Yo no ha¡ hecho tanto gasto.
-Pues, nos tienes que pagar.
El amo coge un palo y le iba a pegar. Y dice él:
-¡Palo, sal del saco! Y si no me dan el «Burro, caga duros» de mi hermano y la «Mesita, compónte», termino con todos.
Y se lo tuvon que dar. Marchando por el camino. decía:
-Yo hai tenido más suerte que mis hermanos. Ahora sí que puedo decir que en tres meses hai ganao más que en cuatro años mis hermanos.
Llegó a casa de su padre y llama a sus hermanos:
-¿Es esto lo que os habían robao a vosotros?
Sus hermanos contestaron de que sí era lo que les habían robao. Y su padre se ponía muy contento y decía:
-A ver si te la han apegado.
Empezaron:
-¡Burro, caga duros!
Y empezó a echarlos.
-¡Mesita, compónte!
Y se compuso para poder comer todos.
-También traigo otra cosa que nada más decir, «Palo, sal del saco», si no le vuelvo a meter, puedo con todos los del barrio.
-Pues, sácale a ver- dice el padre.
-No, que entonces a todos les pego.
-Pos, ¡sácale, a ver cómo es! ¡Todo puede ser que nos dé cuatro palos!
-¡Palo, sal del saco!
A todos les pegó. Y con eso el cuento se acabó. Tan contentos y orgullosos se quedaron.

Fuenteodre, Burgos. Narrador XLVI, 28 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. anonimo (castilla y leon)

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