Ha estado lloviendo por días , semanas meses y años.
El agua corre cerro abajo , formando arrollos y ríos que fluyen a través de las
planicies, llenando los hoyos de agua. El agua sube imperceptiblemente,
golpeando gentilmente a los pies de los cerros.
Como una profunda depresión llena de agua, crecieron
en vastos océanos, las áreas de terrenos disminuidas y divididas en muchas
islas. Grupos de animales y hombres eran divididos el uno del otro por
redondeados mares.
En una isla muy distante del continente que ahora es
llamada Australia, donde los hombres eran muy diestros lanzadores del boomerang
ellos podían partir una pequeña piedra en cientos de pedazos o más, echar por
tierra al pájaro mas veloz en vuelo, y enviar sus boomerang tan lejos que se
perdían de vista antes de volver a quien lo había tirado.
Ellos gustaban de realizar
competencias de habilidad en mostrar cuan lejos o cuan exacto ellos podían
maniobrar sus armas. Entre ellos había uno que se destacaba por su fuerza y por
su alarde. A menudo se le escuchaba decir:
-Si yo deseara podría lanzar mi boomerang desde acá a
la isla mas distante de todas las islas.
-Y si tú pudieras hacer eso, como podrías saber si has
tenido éxito?, preguntó uno de los hombres menos creyentes.
-La respuesta es simple, respondió el hombre fornido.
¿Que sucede cuando se lanza el boomerang? Regresa a quien lo lanzó por
supuesto.
-Que sucede si el boomerang golpea un árbol o una
roca? El boomerang permanece ahí especialmente si se rompe.
-Tú has respondido tu pregunta,
dijo el hombre fornido con una sonrisa burlona. Si yo lanzara mi boomerang tan
lejos como la isla mas lejana y fallara en volver, entonces tú sabrás que no he
tenido éxito. No crees?, pregunto.
-Si supongo que sí, pero que sacamos con hablar de
esto, a menos que realmente lo hagas?
-Muy bien, dijo el fornido hombre. Observa.
Eligió un boomerang muy bien balanceado. Dándole
vuelta alrededor de su cabeza varias veces, le soltó. El arma salió desde su
mano tan rápido que sólo algunos pudieron ver como aceleraba a través del
océano. Expectativamente los observadores esperaron, pero en la medida que
pasaban la horas y no había señal de regreso, incluso el viejo no creyente
estuvo obligado a reconocer que podría haber aterrizado en una isla distante.
-Pero hay otra posibilidad!, dijo molesto por la forma
que el hombre fornido se había inflado, ganando miradas de admiración de las
mujeres. Puede que haya aterrizado en el mar.
-No mi boomerang, gritó el hombre fornido. Podría
acortar su camino de regreso a mi, a través del mar, si no hubiese alcanzado a
llegar a la isla. Tú estas celoso de mi habilidad viejo.
-Hay una sola manera que podamos saber con certeza,
fue la respuesta. Alguien debe ir allá para ver que se puede encontrar.
-Yo sé como lo podemos hacer! El viejo le miro
desaprobándole.
-Hemos escuchado mucho de ti hasta ahora, regañó.
Sería mucho mejor si te comes la comida que te han dado como a los otros niños.
He visto como escupes comida de tu boca, comida que es buena para ti tanto como
para comerla.
-Eso es porque nadie nunca me ha traído un Koala para
comerlo. Eso es lo que mas me gusta.
-Como puedes saber tú que es lo que más te gusta si
nunca lo has probado?
-Como puedes saber tu que hay una isla allá muy lejos
sobre el mar si tu nunca la has visto?, preguntó el niño pícaramente.
-Porque yo sé que esta ahí. Es parte de lo que los
hombres que han vivido y muerto antes de que yo naciera, respondió el viejo.
-Espero que a ellos les gustará
la carne de Koala también, dijo el niño. El esposo de mi hermana atrapó uno
esta mañana. Ahí esta detrás de ese árbol.
El viejo cogió el animal y se lo tiró al joven,
botándole. Tomando con el mismo arrebato el cuerpo del koala y corrió con el a
la playa. Sacando el cuchillo del cinturón que llevaba, cortó el estomago y
sacó los intestinos. Poniendo la punta en su boca sopló en ellos hasta que se
hincharon en un largo tubo que alcanzaba el cielo. Y continuó soplando el tubo
se dobló como un arco mágico y su final mas allá de la curva que da el océano.
-¿Que estás haciendo?, preguntó el viejo. Si tú
quieres realmente probar la carne de koala, llévaselo a tu mamá y ella lo
cocinara para ti.
-No!, exclamó el cuñado del niño. Mira lo que el ha
hecho. El ha hecho un puente a la isla más allá del mar. Ahora podemos cruzarla
y encontrar donde el boomerang ha aterrizado. Por seguro será un lugar mejor
que el que estamos viviendo ahora.
El puso sus pies en el puente de intestinos y comenzó
a escalar el arco. Le siguió el niño luego el tío de su mamá, su papá y mamá,
sus tías y hermanos y hermanas. Viendo que todos estaban subiendo al puente, el
viejo les siguió también .
La travesía duró muchos días, días sin comida y el
quemante calor del sol, pero eventualmente llegaron al término de la escalada.
Se deslizaron por el lado mas lejano del arco y se encontraron en la isla
lejana. Era un buen lugar. El pasto era más verde que en su propia tierra,
sombreado por eucaliptos, con frescas y claras aguas que ellos no habían visto
o probado. Y sin saberlo porque esas tierras a las cuales habían ido era la
costa este de Australia.
Cuando toda le gente de la tribu estaba ahí, dejaron
que el puente del arco se fuera. El sol brilló en él volviéndose en muchos
resplan-decientes colores que formaron el arco iris que ha sido siempre visto
por el hombre. Y como ellos observaban los brillantes colores el arco iris
lentamente desaparecía.
El niño se volvió un Koala y su cuñado en un gato
nativo. Aunque los otros hombres de la tribu permanecieron sin cambios, ellos
se repartieron en un numero de grupos, cada uno con sus propios totems, y se
marcharon a varias partes de la isla continente. Y así fue como otro viejo,
muchas generaciones después que el primer aborigen tardó en venir desde otra
isla y llegó a ser el progenitor de varias tribus que ocuparon el nuevo
territorio.
Fuente:
Alejandra Peraza
999. Anonimo,
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