Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 13 de septiembre de 2014

Las bodas del cielo .551

Al zorro lo invitaron para las bodas del cielo. Los angelitos lu habían invitado. Y como él no podía ir lu había conquistado al cuervo para que lo lleve. Entonces el cuervo lo llevó. Se fueron los dos.
Y claro, allá el zorro, cuando lo salieron a recibir, como él era invitado, se puso muy orgulloso. Y no lo presentó al amigo, compañero, y ni siquiera hizo que se arrime donde 'taba él. Lo invitaron a la mesa, pasó él. Se sentó, y el cuervo quedó para afuera. Y bueno, se arrimó el cuervo y lo picaba detrás, lo picaba para que le pase algo. Y nada, el zorro, muy orgulloso, ni se daba vuelta. Se cansó y se enojó el cuervo y se volvió. Se vino. Y lo deja al zorro allá, en el cielo.
Y pasó la boda, pasó la comida, todo. Se quería volver el zorro y no sabía cómo. Y los angelitos le tendieron una cuerda.
-Por acá vas a bajar.
Y venía muy bien el zorro por la cuerda, y traquilo. Y de repente, cuando ya venía cerca, más o menos, pero todavía alto, venía una bandada de loros. Que les dice:
-¡Ay! ¡Loro lengua seca, que no has ido a las bodas del cielo, como yo!
-Callate, que vamos a volver y te vamos a cortar la cuerda.
No les hacía caso, seguía:
-¡Loro lengua seca que no has ido a las bodas del cielo como yo!
-Callate, que te vamos a cortar la cuerda.
Y seguía el zorro:
-¡Loro lengua seca que no has ido a las bodas del cielo como yo!
Y el loro más malo se había quedado atrás.
Y ya le dice:
-¡Loro lengua seca que no has ido a las bodas del cielo como yo!
Y ha ido y le ha cortado la cuerda de un mordiscón, no más; le ha cortau la cuerda.
Y áhi se venía el zorro dando vueltas.
-¡Juana! -que decía a la compañera que había dejado abajo-. ¡Quita palos, quita piedras, que allá voy yo! ¡Juana! ¡Poneme la cama que allá voy yo!
Nada, que la otra ni le entendía lo qué decía.
Y se venía, y se venía, no más.
-¡Quiten montañas, quiten palos, que los voy a reventar, que los voy a quebrar cuando caiga! -que les decía.
Y cuando se vio mal decía:
-¡Si de ésta me salvo y no muero, no quiero más bodas en el cielo!
Y seguía no más, hasta que llegó, y cayó, claro, muerto.
Y es que viene la zorra, y que lo mira, y que dice:
-¡Hum! ¡Juan! -había quedau los dientes en la pampa, blan-quiando los dientes. Cómo le había ido de bien en las bodas del cielo, que todavía 'tá riendosé. Aunque 'tá dormido, se ríe.
Creía que 'taba dormido.
-¡Ay! Seguro que debe haber tomau mucho vino, por eso 'tá tan dormido. ¡Ha quedau dormido!

María Adela Oviedo de Nieva, 68 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Cuento 551. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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