Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 3 de diciembre de 2013

El zorro comisario .77

El tigre que lo había nombrado comisario al zorro en un pueblo. Bueno... Dice que el zorro era sobrino del tigre. Entonce el tigre, bicho muy malo, éste, dominaba a todo, entonce lo nombra de comisario al zorro. Único comisario de un destacamento. Con todas las autoridades que puede tener un comisario.
Entonce el zorro empezó, provisto de todo el uniforme que lleva el comisario con su correspondiente látigo, sable, todo, el gorro y todo.
Entonce, el zorro muy contento empezó a recorrer las calles. Y cada día iba más y más. Entonce ya salía por todas partes. Y en uno de esos recorridos empezó a encontrar los animales que encontraba ahí. Al ir por un camino, primeramente, encontró un gallo. Y bueno, entonce se presentó como comisario. Dijo que él era comisario de la zona, y que tenían que respetalo muchísimo y no andar en la calle. Entonce, no ostante eso, sacó el látigo, y le pegó un buen azote, y el gallo salió volando. Y bueno, sigue más adelante. Entonce que había encontrado al quirquincho. Y bueno también le dice lo mismo que él era el comisario de policía, que tenían que respetarlo y mientras tanto saca el látigo, y le da un buen azote al quirquincho. Entonce  también se retira corriendo del camino. Más allá, que había encontrado al chivo. También le dice lo mismo que él era el comisario. Que tenía que respetarlo. Que no debían andar en la calle. Entonce, saca su látigo y el chivo, con poco gusto, le quería hacer frente. Pero éste le da un azote y se va también. Y en todo eso, que venía un perro por la calle, el gran enemigo del zorro. Y bueno, ya lo ve el zorro y que le dice a la distancia:
-Oiga, amigo, ¿adónde va usté?
El perro se hace que no lo siente.
Le vuelve a gritar por segunda vez. Y que lo ve el perro. Y en esos momentos que se da cuenta que era el zorro y lo saca volando por la calle. Y bueno, que el zorro había chocau en el alambre, había perdido la gorra, el sable, el látigo. Ya no si acordaba nada. Y el perro lo llevaba, lo llevaba corriendo. Que ya lo llevaba por agarrar. Y entonce el zorro, menos mal que trató de disparar y se entró en una cueva, en un vizcachero. Y entonce, que el perro enojado lo empezó a cavar. Y que lo tenía que matar. Y bueno entonce, que ya si había cansado de cavar el perro, y en esos momentos que venía un caranchi que andaba volando, un carancho, y bueno, lo habla el perro. Lo hace que se baje. Y le dice:
-Mirá, cuidame acá, que acá lo tengo al zorro. Y lo tengo que matar. Hasta mientras yo me voy a traer una pala de la casa y vuelvo.
-Y bueno -que dice el carancho.
Le da un garrote y se queda haciendo la guardia en la puerta de la cueva. De manera que aparece el zorro de adentro, medio triste y que le dice:
-¡Hola, compadre! -que le dice al carancho.
-¡Hola! -que le dice el carancho.
Le dice el zorro:
-¿A vos te han puesto que me cuidés a mí?
-Sí, de aquí no te vas a mover -que dice. Yo tengo orden que no vas salir.
-Y bueno -que le dice el zorro.
Empieza a pensar. Y que se vuelve adentro 'e la cueva y de allá saca. Había teníu una botellita de anís. Y que le dice:
-Mire, compadre, yo ya voy a morir ¿pórque no se sirve una copita de anís de despedida? -que le dice el zorro.
-Y bueno -dice el carancho. Tomá una copita.
-Y bueno -que dice.
-Vea, compadre, yo le voy hacer un pedido -que le dice el zorro. Ya que, mire cómo estoy, yo ya voy a morir, entonces, ¿pórque no me hace el favor, usté que es buen cantor? -le dice al carancho. ¿Pórque no me lo canta una piecita ya?
Y bueno, aceta el carancho.
-Mientras tanto -le dice- sirvasé otra copita. Ya, ante que vaya a venir el perro con la pala y me va a cavar, acá me va a sacar y me va a matar.
Y bueno, toma otra copita el carancho.
En eso que empieza a cantarle el carancho. Y cantaba... Que dice el zorro:
-¡Ay, que voz hermosa que tené vo, compadre! -dice. Mirá, esto me emociona tanto. Tomá otra copita de anís.
Se sirve el carancho otra copita. Vuelve a cantar otra pieza el carancho. Y en eso que le dice el zorro:
-¡Mirá, qué ojos lindos que tenés! ¡Mirá cómo te quedan lo que abrís la boca y los ojos para cantar! -que le dice el zorro.
Y el carancho más que abría los ojos y la boca. En eso, dice que el zorro ya había preparado un poco de tierra y que 'taba a la espetativa no más.
-Ay, qué lindo que cantás. Cómo te quedan esos ojos lo que los abrís grandes -dice que le dice el zorro de nuevo.
Y el carancho más que abría los ojos y la boca. En eso, dice y le tira a los ojos, así. Lo tapa de tierra, ¿no?, y bueno, el carancho queda ciego. Usté sabe, los ojos y la boca que no se podía contener, y encima borracho ya con el anís. Empieza a dar tumbos. Y que había salido el zorro tranquilamente y si había ido.
Cuando viene el perro que lu encuentra al carancho con los ojos, dele limpiarse los ojos que no podía más. Le dice:
-¿Qué te pasa?
Y dice:
-En lo mejor que 'taba, y no se podía parar bien, no sé qué le ha pasado, me han tirau un poco de tierra en los ojos, en la boca.
-Y el zorro ¿dónde 'ta? -dice.
-Debe 'tar adentro. Yo lo 'taba cuidando.
-¡Ay! -que dice.
Que si arrima el perro y dice:
-¡Miralo! Vos no servís para nada -que le dice al carancho. Vos ya lu has dejado ir a éste. Mirá qué picardía ti ha hecho. ¿Que no ti hi puesto que lo cuidés?
-Y sí, bueno... pero...
Y que lu agarra el perro al carancho, le da una patada. Lo tira para arriba, y claro, el carancho medio ciego sale volando y se va, y el zorro se fue y no le pudieron hacer nada.

Elidoro Marcial Díaz, 41 años. Estación Aráoz. Leales. Tucumán, 1970.

Aprendió el cuento de campesinos de este lugar de donde es originario.

Cuento 77. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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