Cuál es el más inteligente de todos los animales?
Algunos pueblos piensan que es el zorro, otros consideran sabia a la tortuga. Y muchas
naciones de África están convencidas de que ninguno es tan inteligente como la
araña.
Pero Yaví, la araña, no estaba tan tranquila. Veía que
el resto de los animales se iban volviendo cada vez más sensatos y más capaces
de resolver sus problemas. Le preocupaba muy en especial la inteligencia de los
seres humanos, que parecía aumentar peligrosamente.
Entonces decidió usar su ingenio y su magia para
acaparar toda la inteligencia del mundo. Se acercaba despacito a cada uno de
los animales y las personas y, sin que la víctima lo notara, absorbía todas sus
capacidades: el ingenio, el instinto, la sabiduría, el conocimiento. Y los iba
guardando en un saco muy pequeño donde sin embargo cabía todo.
Como es natural, el saco se iba poniendo cada vez más
y más pesado. Llegó un momento en que era muy difícil de transportar. La araña
había decidido que el mejor lugar para esconder su tesoro era un hueco en lo
alto de un enorme árbol. Ató el saco con una cuerda, lo agarró con dos de sus
patas, y empezó a trepar con las otras seis.
Pero con solo seis patitas libres no le alcanzaban las
fuerzas para subir sosteniendo ese enorme peso. Empezaba a trepar y se caía una
y otra vez. Cuando ya estaba desesperada, sin saber qué hacer y pensando en
buscar un escondite al que fuera más fácil llegar, escuchó a una paloma
cantando en lo alto del árbol. Y su canto decía así:
-¡El saco a la espalda! ¡El saco a la espalda!
La araña se dio cuenta de que el ave tenía mucha
razón. Y se avergonzó profundamente. Ella, con toda la sabiduría del mundo, no se
había dado cuenta de algo tan simple. La paloma estaba demos-trando que era
mucho más inteligente que Yaví, al menos en esa circunstancia.
A causa de la gran vergüenza que sentía, la araña
abrió las patitas que sostenían el saco, que golpeó contra el suelo y se
rompió. Todo el ingenio, el conocimiento, la capacidad de pensamiento del mundo
quedaron sueltos, volaron por el aire y volvieron a depositarse en todas y cada
una de las criaturas de este mundo.
Desde la rama más alta, la paloma cantó una vez más
para la araña: -No hay nadie que no sepa nada y no hay nadie que lo sepa todo.
Y desde entonces y para siempre, así fue, así es.
0.186.1 anonimo (togo) - 059
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