Blondina durmió profundamente y al despertar le
pareció que no era la misma que cuando se había acostado.
Sin embargo, su cuarto era el mismo que le había
enseñado Buena-Cierva y en el que se había acostado la noche anterior.
Agitada e inquieta, se levantó y acercándose a un
espejo vió que era ya una muchacha mayor y también, necesario es confesarlo, se
halló encantadora, más bonita cien veces que cuando se había acostado el día
anterior. Sus hermosos cabellos rubios caían en cascadas hasta sus pies, y su
tez blanca, sus bonitos ojos azules, su nariz respingona, su boquita roja, sus
mejillas sonrosadas hacían de ella la más hermosa personita que se hubiera
visto nunca.
Emocionada, casi asustada, se vistió a toda prisa y
fué a buscar a Buena-Cierva, a quien halló en el mismo salón en que la había
visto por primera vez.
-¡Buena-Cierva! ¡Buena-Cierva! -exclamó. Explicadme
por favor la metamor-fosis que veo y siento en mí. Me acosté una niña y me he
despertado una persona mayor. ¿Es una ilusión o es que he crecido
verdaderamente durante una noche?
-Es verdad, Blondina, que hoy cumples catorce años
y que tu sueño ha durado siete. Mi hijo Misinito y yo hemos querido evitarte la
pesadez de los primeros estudios y mientras dormías te hemos instruido.
Blondina, aún incrédula, corrió a la sala de
estudio y allí tocó el piano y el arpa, bailó, cantó maravillosamente, dibujó y
pintó con facilidad. También probó de escribir y se halló tan hábil como en
todo lo demás. Recorrió con la vista los libros y se acordó de haberlos leído
todos. Sorprendida y maravillada, echó los brazos al cuello de Buena-Cierva,
besó tiernamente a Misino y dijo:
-¡Oh, mis buenos, mis queridos, mis encantadores
amigos! ¡Cuánto reconocimiento os debo por haber cuidado de mi niñez!
Buena-Cierva devolvió sus caricias y Misino le
lamió las manos delicada-mente. Cuando hubieron pasado los primeros transportes
de felicidad, Blondina bajó los ojos y dijo tímidamente:
-No me creáis ingrata, mis buenos amigos, si añado
un nuevo favor a los que ya os debo. Decidme, ¿qué hace mi padre? ¿Llora aún mi
ausencia? ¿Es feliz?
-Tu deseo es muy legítimo -dijo BuenaCierva. Mira
en este espejo y verás en él a tu padre.
Blondina le vió, pero mucho más viejo. Sus cabellos
habían encanecido, estaba triste y tenía en la mano un retrato de Blondina que
besaba a menudo llorando. Blondina no vió a su hermana ni a la Reina Bribona.
-¿Por qué mi padre no tiene a nadie a su lado?
-preguntó. ¿Dónde están mi hermana y la Reina ?
-La
Reina -dijo Buena-Cierva- demostró tan poca pena por tu
desaparición, que el Rey tu padre empezó a aborrecerla y la envió a su padre el
Rey Turbulento, quien la encerró en una torre, en donde murió de rabia y de
fastidio. En cuanto a tu hermana, se volvió tan mala y tan insoportable que el
Rey la prometió en casamiento al Príncipe Violento, quien antes de hacerla su
esposa juró reformarle el carácter a golpes. Y dicen que lo va consiguiendo.
Los días pasaban rápidamente para Blondina, porque
estaba muy ocupada con sus estudios, pero a veces se entristecía, pues no podía
conversar más que con Buena-Cierva, quien sólo estaba con ella en las comidas y
a las horas de estudio. Misino no podía hablar más que por signos y las gacelas
que le servían tampoco tenían el don de la palabra.
A veces Blondina entraba en un pabellón que estaba
en una eminencia junto al bosque y veía en él árboles magníficos, flores
encantadoras y miles de pájaros que parecían revolotear llamándola.
Misino, que era su acompañante habitual, parecía
leer en su pensamiento y, estirándole de la ropa, la forzaba a salir del
pabellón. Blondina sonreía y continuaba su paseo solitario.
0.012.1 anonimo (alemania) - 066
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