Cuando Blondina entró en el bosque se puso a coger
las hermosas ramas de lilas, alegrándose mucho de ver tantas. A medida que las
iba cogiendo vió otras más hermosas; entonces dejaba caer las que llevaba en
los brazos y empezaba de nuevo.
Hacía ya más de una hora que estaba ocupada en
semejante trabajo y tenía calor; además empezaba a sentirse fatigada y pensó
que ya era hora de volver a palacio. Volvió la cabeza y se vió rodeada de
lilas; llamó a Glotoncito, y no le respondió nadie.
-Me he alejado más de lo que creía -se dijo
Blondina; voy a volver sobre mis pasos, aunque estoy algo cansada. Seguramente
que Glotoncito acabará por oírme y me guiará hasta el coche.
Anduvo durante un buen rato, pero nunca veía el
final del bosque. Muchas veces llamó a su paje, pero nadie le respondía. Al fin
empezó a asustarse.
-¿Qué va a ser de mí en este bosque? ¿Qué va a
pensar mi pobre papá al ver que no vuelvo? Y el pobre Glotoncito ¿cómo va a atreverse
a volver a palacio sin mí? Seguramente le castigarán, y todo por culpa mía, por
haber querido coger lilas. ¡Qué desgraciada soy! Voy a morir de hambre y de sed
en este bosque, suponiendo que los lobos no se me coman esta noche.
Y Blondina se dejó caer al suelo junto a un árbol y
se puso a llorar amargamente. Lloró mucho; al fin la fatiga la rindió, recostó
su cabeza sobre el montón de lilas que había cogido y se durmió.
0.012.1 anonimo (alemania) - 066
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