Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 1 de enero de 2015

Nadie tan fuerte como la liebre

El rinoceronte era un animal malhumorado capaz de perder la cabeza y atacar a cualquiera en un arranque de mal genio. La liebre estaba harta de escucharlo jactarse de su fuerza. Y un día decidió desafiarlo:
-Rinoceronte, puedes amenazarme con tu cuerno, pero no eres más fuerte que esta liebre.
-¡Qué tonterías estás diciendo! -rugió el rinoceronte, enojado.
-Lo digo y lo sostengo. Te desafío a una prueba de fuerza, mañana por la mañana. Vamos a tirar de una cuerda, uno de cada lado, a ver quién consigue arrastrar al otro.
La idea le hizo tanta gracia al rinoceronte que le quitó el mal humor y se pasó riendo todo el día, cada vez que se acordaba de la minúscula liebre.
Entretanto la liebre fue a buscar al hipopótamo, que vivía en el río, del otro lado de una espesa selva.
-¡Hola, hipo! -saludó la liebre. ¿A que no tienes tanta fuerza como yo?
El hipopótamo estaba pastando tranquilamente y las palabras de la liebre le parecieron tan absurdas que se limitó a mirarla y a seguir masticando.
-¡Me tiene miedo! -gritó la liebre. Otros animales, sobre todo los pájaros y los monos, comenzaban a reunirse para ver qué pasaba. ¡El hipopótamo me tiene miedo! ¡No se atreve a medir sus fuerzas conmigo!
Tanto hizo y tanto dijo que, al fin, el pobre hipopótamo aceptó medirse con la liebre en una prueba de fuerza.
Al día siguiente, por la mañana, la liebre corrió hasta donde estaba el rinoceronte, lo ató bien fuerte y tomando el otro extremo de la cuerda se internó en la selva.
-Espera hasta sentir que yo doy el primer tirón y entonces empiezas a tirar tú también -le dijo.
Corriendo y saltando lo más rápido que pudo atravesó la selva para llegar al río. Allí la estaba esperando el hipopótamo, listo para el torneo. La liebre lo ató bien fuerte y fingiendo llevarse el otro extremo de la cuerda, le dijo exactamente lo mismo que le había dicho al rinoceronte.
Cuando estuvo otra vez en medio de la selva, la liebre dio un tirón a cada lado de la cuerda. Y los dos enormes animales empezaron a tironear, cada uno para su lado. Lucharon y sudaron y se esforzaron, creyendo, cada uno, que su rival era la astuta liebre. Así pasaron horas enteras. De pronto el hipopótamo conseguía arrastrar un trecho al rinoceronte, que entonces se afirmaba con más fuerza y hacía retroceder al hipopótamo.
Cuando la liebre se cansó de tanto reírse, cortó la cuerda por la mitad y los dos animales se cayeron de nariz contra el suelo. Y desde entonces trataron a la liebre con mucho respeto, convencidos de que habían sostenido un desafío contra el animal más fuerte del mundo.

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