Esta historia sucedió en un tiempo antes del tiempo,
cuando el mundo tomaba forma y los animales todavía se parecían a los hombres.
Es la historia de una madre que había criado a sus
cuatro hijos con sacrificio y con amor, como todas las madres. Y un día, cuando
ya eran grandes, tuvo que pedirles ayuda. Estaba enferma, muy débil y
necesitaba que alguien la acompañara a ver al hombre de medicina de su tribu,
que vivía en un lugar alejado.
La madre le pidió a su amiga Gallina que hiciera de
mensajera y fuera a buscar a sus hijos.
Gallina fue a buscar al primogénito.
-Pobre mamá -dijo el muchacho. Lo siento muchísimo,
pero ahora no puedo ir. Se acerca la temporada de caza y tengo que preparar mis
flechas.
Después Gallina fue en busca del segundo hijo.
-Qué pena, justo ahora me va a ser imposible -dijo el
joven. Está a punto de desatarse una tormenta, y yo tengo que terminar mi casa
para refugiarme.
Gallina volvió a intentarlo con la hija mayor.
-A mamá siempre le duele algo, y yo estoy ocupadísima.
¿No ves que estoy tejiendo? -dijo la chica. Pronto llegarán las fiestas, y necesito
tela para hacerme ropa nueva.
Pero la hija pequeña no dudó un segundo. Aunque era
una joven muy trabajadora, dejó inmediatamente lo que estaba haciendo, corrió a
ver a su madre y la acompañó a buscar al médico.
La madre volvió curada, pero muy enojada con esos tres
hijos que la habían abandonado. Y los maldijo con palabras que iban a definir
su destino para siempre, no solo para ellos sino para sus hijos y sus nietos y
todos sus descendientes.
-Era tan importante preparar tus flechas, ¿verdad?
Pues ya no tendrás ese problema. De ahora en adelante las llevarás siempre
listas a tu espalda.
Y así fue como nació el puercoespín.
-Para ti estaba primero tu casa que tu madre. Muy
bien. Tendrás tu casa terminada. ¡Y la llevarás a cuestas hasta el fin de tus
días!
Y así fue como nació la tortuga.
-Tenías que tejer tu tela antes de cualquier otra
cosa. Ahora te darás el gusto de tejer todo lo que quieras y, sin embargo, tu
ropa nunca estará lista para la fiesta.
Y así fue como nació la araña.
-A ti, hija querida, te bendigo -le dijo a la más
pequeña. Dulce has sido con tu madre y nadie será más dulce que tú. Las flores
se abrirán para darte su néctar y todos te amarán por la delicia de tu miel.
Y así fue como nació la abeja.
0.009.1 anonimo (africa-kabiye) - 059
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