Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 1 de enero de 2015

El elefante y el canario

Ni siquiera el león se atrevía a discutir el poder del enorme elefante. Y sin embargo un atrevido canario lo desafió sin temor.
-Te propongo una prueba -le dijo. Aquel de los dos que sea más poderoso, se convertirá en el rey de la selva.
Cuando consiguió controlar su risa, el elefante preguntó en que podría consistir esa extraña prueba, capaz de medir sus fuerzas contra las de un canario.
-Es muy sencillo -dijo el canario. Veremos quién de los dos es capaz de tomar más agua.
El elefante aceptó sin ningún temor. La propuesta era simple-mente ridícula.
-Yo soy un animal muy sediento -dijo entonces el canario. Las lagunas y los arroyos no son suficientes para mi sed. Te llevaré al único lugar donde tendremos bastante agua para nuestra prueba.
Y llevó al elefante a las orillas del mar. El elefante estaba un poco impresionado por la audacia del pajarillo. Era la primera vez que llegaba hasta allí y hasta un elefante se siente pequeño frente al océano.
-Por el momento, eres el rey -dijo el canario. Y, por lo tanto, te corresponde ser el primero. Después veremos si soy capaz de beber tanto como tú.
El elefante metió la trompa para absorber el agua del mar y llevársela a la boca. Pero el líquido salado le hizo arder el tierno interior de su larguísima nariz y, resoplando furioso, la dejó salir. Entonces lo intentó otra vez, adentrándose un poco más en el mar y metiendo la boca directamente dentro del agua. El primer sorbo lo escupió: jamás había probado algo tan desagradable. Pero después, con un enorme esfuerzo de voluntad, comenzó a tomar y tomar. Entretanto, tal como el canario lo había calculado, subía la marea.
-¡Elefante, estás haciendo trampa! En lugar de tomar agua, solo
estás arrojando más con tus resoplidos. ¡Mira cómo el mar crece y crece!
El tonto elefante seguía bebiendo desesperado hasta que ya no pudo más. Y él mismo veía cómo las olas devoraban la playa: cada vez parecía haber más y más agua.
-Ahora te toca a ti -dijo malhumorado, con un espantoso dolor de barriga.
El canario había calculado los tiempos con mucha precisión. Cuando acercó su piquito al agua fingiendo que bebía, la marea había empezado a bajar.
-¡Mira, mira cómo se achica el mar! -le decía al elefante entre trago y trago.
El elefante veía con sus propios ojos cómo el canario se estaba bebiendo el océano entero, que retrocedía sobre la arena. Hasta que, admirado, se dio por vencido.
Nunca había tenido el bosque un rey tan inteligente y tan sabio como el pequeño canario, que supo dar la felicidad a todos su súbditos.

0.009.1 anonimo (africa-sahara) - 059

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