Pues esto eran un sapo y una zorra que tomaron un
terreno y decidieron sembrarlo a medias. Cuando llegó el día en que iban a
sembrar fue el sapo y llamó a la zorra:
-Comadre zorra, venga usted, que hay que sembrar.
Y le contestó la zorra:
-¡Ay, compadre sapo, que no puedo salir! ¡Si viera
usted lo malita que estoy! Me parece que pronto voy a parir.
La zorra ni estaba mala ni iba a parir. Lo que pasaba
era que no quería trabajar y esperaba que el sapo sembrara todo el trigo.
Cuando ya estuvo sembrado, vino el sapo a decirle a la
zorra que había que trabajar el terreno, y va la zorra y le contesta:
-¡Ay, compadre sapo, que no puedo salir! ¡Si viera
usted lo malita que estoy! ¡Como que estoy recién parida!
Pues se fue el sapo y llegó el verano, cuando maduró
el trigo. Vuelve el sapo a llamar a la zorra:
-Comadre zorra, que ha llegado el tiempo de segar y
trillar. Y le contesta la zorra:
-¡Ay, compadre sapo, que no puedo salir! Sabe usted
que tengo que criar a mi zorrita.
Bueno, pues se fue otra vez el sapo y él solito segó y
trilló todo el trigo.
Ya lo tenía todo muy limpio en un montón y se llegó a
donde la zorra:
-Comadre zorra, que hay que partir el grano entre los
dos.
Ah, eso sí, eso sí -dijo la zorra, y al momento salió
de su cueva.
¡Qué gusto me da verle a usted por aquí!
Cuando la zorra vio el montón de grano limpio en la
era, dice:
-Mire usted, compadre sapo, que yo he pensado una
cosa. Que ya que el trigo es poco, y para uno solo es algo, pero para dos es
nada, lo mejor es que hagamos una apuesta a ver quién se queda con todo el
montón.
El sapo miraba el montón de grano y pensaba: «Si me
querrá hacer una jugarreta mi comadre zorra para quedarse ella con el grano,
después de haberlo trabajado yo...» Y va y le dice a la zorra:
-¿Y qué apuesta vamos a hacer?
Y la zorra le contesta:
-Pues vamos a echar una carrera, a ver quién corre
más. Nos ponemos en una punta del terreno, y el que llegue primero al montón de
trigo se queda con él.
-Está bien -dijo el sapo. Pero mejor será otro día,
que hoy me encuentro muy cansado.
Así fue. Aceptó el sapo y quedaron vamos a poner un
lunes, que era al día siguiente, no, al otro. Al día siguiente lo que hizo el
sapo fue ir en busca de otro sapo amigo suyo y le dice:
-Amigo mío, me tienes que sacar de un apuro.
-Tú dirás.
El sapo le contó a su amigo lo que pasaba y le pidió
que se escondiera en el montón de trigo el día de la carrera. El otro dijo que
sí. Conque llegó el día de la carrera y se presenta la zorra:
-Bueno, compadre sapo, ¿estamos ya?
-Ya estamos -le dice el sapo, y van y se ponen en una
punta del
terreno y cuentan: una, dos, tres y sale corriendo la
zorra que se las pela. Cuando ya iba llegando al montón de trigo, mira para
atrás y dice:
-¿Adónde viene usted, compadre sapo? Y en ese momento
aprovechó el que estaba escondido para salir y plantarse delante del montón:
-¿Que adónde vengo? ¡A comerme lo que es mío porque lo
siembro! Y la zorra, que no es capaz de distinguir un sapo de otro, se quedó
con tres palmos de narices y se fue con el rabo entre las patas.
0.003.1 anonimo (españa) - 075
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