Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 1 de enero de 2015

Historia de blondina - Cap X. El viaje y la llegada

El viaje duró seis meses, tal como había dicho la Tortuga. Tres meses necesitaron para salir del bosque y entonces se hallaron en una árida llanura que les costó seis semanas de atravesar. Al final de la llanura, Blondina vió un palacio que le recordó el de Buena-Cierva y Misino. Más de un mes les costó el llegar hasta la avenida principal del parque. Blondina no podía más de impaciencia. ¿Era allí donde debía saber lo que había sucedido a sus amigos? Si hubiese podido bajar, hubiera recorrido en diez minutos la distancia que la separaba del palacio, pero la Tortuga continuaba caminando y Blondina se acordaba de la prohibición. La Tortuga parecía andar cada vez más despacio y necesitó quince días, que le parecieron un siglo, para recorrer esta avenida. Blondina no perdía de vista el palacio y la puerta, pero no distinguía el menor movimiento ni percibía el más pequeño ruido. Por fin, al cumplirse los ciento ochenta días de viaje, la Tortuga se detuvo y dijo a Blondina:
-¡Baja, Blondina! Has ganado, por tu valor y obediencia, la recompensa que te había prometido. Entra en el palacio por la puerta que está delante de ti y pregunta a la primera persona que veas por el Hada Afectuosa.
Blondina saltó rápidamente al suelo y, después de dar las gracias a la Tortuga, abrió precipitadamente la puerta que le habían indicado y se halló ante una joven que le preguntó qué deseaba.
-¡Quisiera ver al Hada Afectuosa! Dígale que la Princesa Blondina desea verla.
-Seguidme, Princesa -dijo la joven.
Blondina la siguió temblando. De este modo atravesó varios salones en los que encontró a otras jóvenes que la miraban como si la conociesen de antiguo. Por fin llegó a un salón en todo parecido al que tenía Buena-Cierva en el palacio del bosque. Sólo había un mueble que allí no estaba, y era un armario de oro y de marfil de un trabajo exquisito. En aquel momento se abrió una puerta y una dama joven, bella y magníficamente vestida, se acercó a Blondina.
-¿Qué quieres, hija mía? -le dijo con voz acariciadora.
-Señora -exclamó Blondina arrojándose a sus pies, me han dicho que podéis decirme el paradero de mis amigos Buena Cierva y Misinito. Sin duda sabéis que por desobediencia los perdí, pero la Tortuga que me ha traído a cuestas me ha dado la esperanza de encontrarles un día. ¿Qué debo hacer para volverlos a ver de nuevo?
-Blondina -dijo el Hada tristemente, vas a conocer el paradero de tus amigos. Pero, veas lo que veas, ten valor y no pierdas la esperanza.
Diciendo esto, ayudó a levantar a la temblorosa Blondina y la condujo ante el armario de oro, añadiendo:
-Aquí tienes la llave de este armario. Ábrelo.
Blondina metió la llave en la cerradura y abrió. En el armario sólo estaban las pieles de Buena-Cierva y Misino colgadas en clavos de diamantes. La pobre joven no pudo resistir aquella nueva emoción y cayó desvanecida en brazos del Hada, dando un grito desgarrador.
Entonces la puerta volvió a abrirse y apareció un Príncipe tan bello como un sol, que se precipitó hacia Blondina, diciendo:
-¡Madre mía, la prueba ha sido demasiado fuerte para nuestra querida Blondina!
-Ya lo sé, hijo mío, y lo siento mucho, pero ya sabes que este último castigo era necesario para libertarla para siempre del yugo del genio del bosque de las Lilas.
Mientras decía estas palabras, el Hada tocó a Blondina con su varita y la joven volvió en sí en el acto, pero para sollozar desesperadamente:
-¡Dejadme morir! ¡Así me juntaré con mis pobres amigos!
-Blondina, querida Blondina -dijo el Hada abrazándola cariñosamente. Tus amigos viven y te quieren. Yo soy Buena
Cierva y éste es mi hijo Misinito. El mal Genio del bosque, aprovechando un descuido de mi hijo, nos había transformado en los animales que conociste. No debíamos recobrar nuestra primitiva forma más que si cortabas la Rosa que yo había colocado lejos del palacio a fin de que no la vieras, pues sabíamos lo que sufrirías al hacerlo. De buena gana hubiéramos continuado siendo Buena-Cierva y Misinito toda la vida con tal de no dejarte en poder del Genio del bosque. Pero ahora, por fin, han terminado tus penas.
Blondina no se cansaba de hacer preguntas al Hada.
-¿Dónde están las gacelas que nos servían?
-Ya las has visto, Blondina. Son las jóvenes que te han acompañado hasta aquí.
-¿Y la vaca que me traía su leche?
-Nosotros obtuvimos de la Reina de las Hadas ese favor. También el cuervo lo enviamos nosotros.
-Entonces, ¿también enviasteis la Tortuga?
-Sí, Blondina. La Reina de las Hadas, conmovida por tu dolor, retiró al Genio del bosque todo poder sobre ti, a condición, sin embargo, de una prueba de sumisión de seis meses y castigarte con la visión de nuestras pieles. Supliqué a la Reina que te evitase esto último, pero no quiso acceder.
Blondina no se cansaba de escuchar y de abrazar a sus amigos. El recuerdo de su padre se presentó de pronto en su pensamiento. El Príncipe Perfecto adivinó su deseo y lo dijo al Hada.
-Prepárate, Blondina -dijo el Hada, pues vas a verle. Ya le he avisado.
En el mismo momento Blondina se halló en una carroza de perlas y de oro. A su derecha estaba el Hada y a sus pies el Príncipe Perfecto, que la miraba con ternura. Del carro tiraban cuatro cisnes de una blancura inmaculada; volaron con tal rapidez que no tardaron más que cinco minutos en llegar al palacio del Rey Benigno.
Toda la corte estaba junto al Rey y, al ver el carro y a la Princesa, profirieron tales gritos de alegría que los cisnes estuvieron a punto de equivocar el camino. Gracias a que el Príncipe vigilaba y los hizo descender junto a la escalera principal.
El Rey Benigno y Blondina estuvieron largo rato abrazados. Todo el mundo lloraba de alegría.
Cuando el Rey pudo serenarse se dirigió al Hada y le besó tiernamente la mano. También abrazó al Príncipe Perfecto, al que encontró encantador.
Hubo ocho días de fiestas para festejar la vuelta de Blondina. Al cabo de este tiempo, el Hada quiso volver a su casa, pero el Príncipe y Blondina estaban tan tristes por tenerse que separar, que el Rey y el Hada convinieron en que lo mejor sería juntarlos para siempre.
Blondina se casó, pues, con el Príncipe Perfecto, y el Rey pidió la mano al Hada, quien accedió a ser su esposa. Y de este modo fueron todos felices.

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