Había
una vez un reino cuyo palacio se erguía en lo alto de un imponente
acantilado cortado a plomo. El rey que en él habitaba tenía una
hija muy inteligente que había decidido casarse únicamente con el
hombre que consiguiera hacerle exclamar: «¡Es increíble!»
Muchos
nobles vinieron desde lo cuatro puntos cardinales y le relataron las
historias más inverosímiles, pero ninguno consiguió que dijera:
«¡Es increíble!»
Un
día, el hijo de un granjero, llamado lonás, tuvo una idea y se
encaminó hacia el palacio del rey. Lo condujeron hasta el salón del
trono, donde estaba la princesa.
-Alteza
real -empezó, postrándose a sus pies, debo contaros una
extra-ordinaria aventura que acaba de ocurrirme... Pero, antes que
nada, permitidme que os diga que tenéis una mota negra en la cara.
-¡Es
increíble! ¡Si me acabo de lavar!
Al
momento, se dio cuenta de que había caído en la trampa. Pero, fiel
a su palabra, se casó con Jonás, el hijo del granjero.
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anonimo cuento - 064
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